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sábado, 22 de julio de 2017

CULTURA: ANTI-IMPERIALISMO DENTRO DE LA SUPERPOTENCIA YANQUI



 CULTURA: ANTI-IMPERIALISMO DENTRO DE LA SUPERPOTENCIA YANQUI

Dentro de la superpotencia yanqui las luchas populares nunca han cesado superando constantemente los márgenes de la oferta de la gran burguesía yanqui de demócratas y republicanos, luchas por el comunismo, contra la guerra imperialista, dentro del movimiento sindical, de liberación nacional, anticoloniales, etc. recorren la historia de Estados Unidos hasta la actualidad. Luchas revolucionarias y heroicas protagonizadas por lo más profundo de las masas que también han impactado en el campo de la cultura popular, y ahí donde la gran industria de la cultura burguesa ha tratado de imponer una cultura superficial y decadente para las masas también, y en oposición, se ha desarrollado una cultura revolucionaria, anti-imperialista. Una muestra de esto es el sello discográfico Clappers, donde se publicó el primer tema de hip-hop con claro contenido político, How We Gonna Make The Black Nation Rise?, realizado por Brother D junto al Colectivo Effort. Para comprender la importancia de este tema hay que recordar que se publicó el mismo año (1980) que el discotequero Rapper´s Delight de Sugarhill Gang o The Breaks de Kurtis Blow, superventas con nulo contenido social y anterior a Message de Grandmaster Flash and the Furious Five (1984). Abiertamente politico e inspirado en el grupo politico y cultural National Black Science, algunos mensajes contenidos en How We Gonna Make The Black Nation Rise? Son los siguientes:

¿Te acuerdas del llamado indio?
mira lo que le hicieron
tal vez nos hagan eso
atrévete a luchar. Atrévete a ganar.”

“Entiende que América fue construida,
con trabajo robado en tierra robada”

Este país se está moviendo hacia la derecha
prepárate ahora (…)
no es ninguna fiesta es un estado policial.”

Bienaventurados los que se atreven a ser libres
debemos cambiar la forma en que nos comportamos
tienes que sacrificarte por nuestra causa justa
o seguir siendo un esclavo pasivo”

No estamos contra ningún otro grupo racial
sólo entiendo que somos pro-Negro
y estamos en contra de cualquier cosa
que intenta contenernos
así que piensa, pero no te tomes demasiado tiempo
se está haciendo tarde
y deejays si teneis un micrófono
vuestro trabajo es educar”

Maldita sea, ponte en pie!
Digo maldita sea, y voy a repetir!
¡Queremos decir que estamos cansados de la derrota!”

Bueno, sé que mi voz no está clasificada X
No hablamos de dinero, ni hablamos de sexo
No hablamos de ropa, automóviles y cosas
y puede que estés cansado de mi charla
así que mientras bailas y mientras cantas
Todo lo que queremos hacer es pedir una cosa:
(…)
¿Vas a ayudar a la nación negra a levantarse?”

En 1987 Brother D va a publicar un nuevo trabajo en Clappers, la portada del disco se inspira en los retratos del Presidente Mao hechos por Warhol. El disco está grabado de forma consciente con el objetivo de hacer un disco de hip-hop maoísta. El tema principal lleva el título de Clappers Power y en él se denuncian las consecuencias de la situación colonial dentro de su pueblo y se pone la solución sobre la mesa, lo fundamental del maoísmo, el Poder.

En 1991el sello Clappers vuelve a publicar otra bomba política del colectivo 2 Black 2 Strong MMG, el EP Burn Bay Burn, un tema anti-imperialista y donde en el video promocional hay referencias directas a la Guerra popular en el Perú y dentro de la carpeta del disco se incluyen agradecimientos a la Guerra popular en el Perú. Una prueba más de la influencia de la Guerra Popular en el Perú en todo el mundo y por tanto, de la necesidad del imperialismo de contenerla y aislarla, trabajo que con gran abnegación y escaso éxito siguen realizando el nuevo y viejo revisionismo al servicio del imperialismo; al mismo tiempo que apoyan a todo tipo de capituladores y vendepatrias: hermanos Castro, Chávez, Prachanda, EvoMorales,Okalan y su YPG, etc.
 
No queremos dejar esta breve reseña sin señalar que Clappers es sólo una manifestación más en el campo de la cultura de las luchas de las masas por su emancipación y contra el imperialismo en las mismas entrañas de la superpotencia yanqui, recordamos el homenaje de Archie Shepp y Max Roach al Presidente Mao, Black Power de Duke Ellington, Stand de Sly Stone, y otros sin olvidarnos de la portada de Party Music de The Coup publicado poco antes de los ataques a la Torres Gemelas.







domingo, 10 de agosto de 2014

lunes, 28 de abril de 2014

ARTE, REVOLUCIÓN Y DECADENCIA




ARTE, REVOLUCION Y DECADENCIA

JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

(Publicado en Amauta: Nº 3, pp. 3-4; Lima, noviembre de 1926. Reproducido en Bolívar: Nº 7, p. 12; Madrid, 19 de mayo de 1930. Y en La Nueva Era: Nº 2, pp. 23-24; Barcelona, noviembre de 1930.)

Conviene apresurar la liquidación de un equívoco que desorienta a algunos artistas jóvenes.

Hace falta establecer, rectificando ciertas definiciones presurosas, que no todo el arte nuevo es revolucionario, ni es tampoco verdaderamente nuevo. En el mundo contemporáneo coexisten dos almas, las de la revolución y la decadencia. Sólo la presencia de la primera confiere a un poema o un cuadro valor de arte nuevo.

No podemos aceptar como nuevo un arte que no nos trae sino una nueva técnica. Eso sería recrearse en el más falaz de los espejismos actuales. Ninguna estética puede rebajar el trabajo artístico a una cuestión de técnica. La técnica nueva debe corresponder a un espíritu nuevo también. Si no, lo único que cambia es el paramento, el decorado. Y una revolución artística no se contenta de conquistas formales.

La distinción entre las dos categorías coetáneas de artistas no es fácil. La decadencia y la revolución, así como coexisten en el mismo mundo, coexisten también en los mismos individuos. La conciencia del artista es el circo agonal de una lucha entre los dos espíritus. La comprensión de esta lucha, a veces, casi siempre, escapa al propio artista. Pero finalmente uno de los dos espíritus prevalece. El otro queda estrangulado en la arena.

La decadencia de la civilización capitalista se refleja en la atomización, en la disolución de su arte. El arte, en esta crisis, ha perdido ante todo su unidad esencial. Cada uno de sus principios, cada uno de sus elementos ha reivindicado su autonomía. Secesión es su término más característico. Las escuelas se multiplican hasta lo infinito porque no operan sino fuerzas centrífugas.

Pero esta anarquía, en la cual muere, irreparablemente escindido y disgregado el espíritu del arte burgués, preludia y prepara un orden nuevo. Es la transición del tramonto al alba. En esta crisis se elaboran dispersamente los elementos del arte del porvenir. El cubismo, el dadaísmo, el expresionismo, etc., al mismo tiempo que acusan una crisis, anuncian una reconstrucción. Aisladamente cada movimiento no trae una fórmula; pero todos concurren —aportando un elemento, un valor, un principio—, a su elaboración.

El sentido revolucionario de las escuelas o tendencias contemporáneas no está en la creación de una técnica nueva. No está tampoco en la destrucción de la técnica vieja. Está en el repudio, en el desahucio, en la befa del absoluto burgués. El arte se nutre siempre, conscientemente o no, —esto es lo de menos— del absoluto de su época. El artista contemporáneo, en la mayoría de los casos, lleva vacía el alma. La literatura de la decadencia es una literatura sin absoluto. Pero así, sólo se puede hacer unos cuantos pasos. El hombre no puede marchar sin una fe, porque no tener una fe es no tener una meta. Marchar sin una fe es patiner sur place. El artista que más exasperadamente escéptico y nihilista se confiesa es, generalmente, el que tiene más desesperada necesidad de un mito.

Los futuristas rusos se han adherido al comunismo: los futuristas italianos se han adherido al fascismo. ¿Se quiere mejor demostración histórica de que los artistas no pueden sustraerse a la gravitación política? Massimo Bontempelli dice que en 1920 se sintió casi comunista y en 1923, el año de la marcha a Roma, se sintió casi fascista. Ahora parece fascista del todo. Muchos se han burlado de Bontempelli por esta confesión. Yo lo defiendo: lo encuentro sincero. El alma vacía del pobre Bontempelli tenía que adoptar y aceptar el Mito que colocó en su ara Mussolini. (Los vanguardistas italianos están convencidos de que el fascismo es la Revolución).

Vicente Huidobro pretende que el arte es in­dependiente de la política. Esta aserción es tan antigua y caduca en sus razones y motivos que yo no la concebiría en un poeta ultraísta, si creyese a los poetas ultraístas en grado de discurrir sobre política, economía y religión. Si política es para Huidobro, exclusivamente, la del Palais Bourbon, claro está que podemos reconocerle a su arte toda la autonomía que quiera. Pero el caso es que la política, para los que la sentimos elevada a la categoría de una religión, como dice Unamuno, es la trama misma de la Historia. En las épocas clásicas, o de plenitud de un orden, la política puede ser sólo administración y parlamento; en las épocas románticas o de crisis de un orden, la política ocupa el primer plano de la vida.

Así lo proclaman, con su conducta, Louis Aragón, André Bretón y sus compañeros de la Revolución suprarrealista -los mejores espíritus de la vanguardia francesa-  marchando hacia el comunismo. Drieu La Rocheile que cuando escribió Mesure de la France y Plainte contra inconnu, estaba tan cerca de ese estado de ánimo, no ha podido seguirlos; pero, como tampoco ha podido escapar a la política, se ha declarado vagamente fascista y claramente reaccionario.

Ortega y Gasset es responsable, en el mundo hispano, de una parte de este equívoco sobre el arte nuevo. Su mirada así como no distinguió escuelas ni tendencias, no distinguió, al menos en el arte moderno, los elementos de revolución de los elementos de decadencia. El autor de la Deshumanización del Arte no nos dio una definición del arte nuevo. Pero tomó como rasgos de una revolución los que corresponden típicamente a una decadencia. Esto lo condujo a pretender; entre otras cosas, que ala nueva inspiración es siempre, indefectiblemente, cósmica». Su cuadro sintomatológico, en general, es justo; pero su diagnóstico es incompleto y equivocado.

No basta el procedimiento. No basta la técnica. Paul Morand, a pesar de sus imágenes y de su modernidad, es un producto de decadencia. Se respira en su literatura una atmósfera de disolución. Jean Cocteau, después de haber coqueteado un tiempo con el dadaísmo, nos sale ahora con su Rappel a l'ordre.

Conviene esclarecer la cuestión, hasta desvanecer el último equívoco. La empresa es difícil. Cuesta trabajo entenderse sobre muchos puntos. Es frecuente la presencia de reflejos de la decadencia en el arte de vanguardia, hasta cuando, superando el subjetivismo, que a veces lo enferma, se propone metas realmente revolucionarias. Hidalgo, ubicando a Lenin, en un poema de varias dimensiones, dice que los "senos salomé" y la "peluca a la garconne"son los primeros pasos hacia la socialización de la mujer. Y de esto no hay que sorprenderse. Existen poetas que creen que el jazz-band es un heraldo de la revolución.

Por fortuna quedan en el mundo artistas como Bernard Shaw, capaces de comprender que el «arte no ha sido nunca grande, cuando no ha facilitado una iconografía para una religión viva; y nunca ha sido completamente despreciable, sino cuando ha imitado la iconografía, después de que la religión se había vuelto una superstición». Este último camino parece ser el que varios artistas nuevos han tomado en la literatura francesa y en otras. El porvenir se reirá de la bienaventurada estupidez con que algunos críticos de su tiempo los llamaron «nuevos» y hasta «revolucionarios».



lunes, 21 de abril de 2014

¿ES CAPAZ EL FASCISMO DE ENGENDRAR UNA CULTURA?




¿ES CAPAZ EL FASCISMO DE ENGENDRAR UNA CULTURA?

Ángel ROSENBLAT

Berlín, abril de 1933.
[«Nuestro Cinema» núm. 11, Abril - Mayo 1933]


«Las revoluciones tienen sus leyes. La revolución alemana de 1933 sería incompleta si no se extendiera al dominio cultural y espiritual.» Estas palabras del órgano oficial del nacional-socialismo definen los propósitos del gobierno alemán. La creación del ministerio de Educación del pueblo y Propaganda y la intervención de ese ministerio en todos los soportes de la vida cultural alemana, prueban que el nacional-socialismo se ha apropiado un principio formulado hace ya mucho por Carlos Marx y aplicado por Lenin, que la cultura es instrumento de una clase, que la cultura tiene siempre un contenido político y que las ideas dominantes en un período determinado de la evolución social son las ideas de la clase dominante. Veamos cómo pretende el nacional-socialismo aplicar esta verdad marxista al campo del cine.

El ministro de propaganda, doctor Goebbels, que tiene a su cargo la prensa, la radio, el cine y todos los resortes de la producción cultural alemana, ha convocado a los productores cinematográficos para hacerles saber sus puntos de vista [que son los de la «revolución nacional»] sobre el cine. Las palabras del doctor Goebbels merecen sin duda un comentario, afirma que la crisis del cine alemán es más bien de orden espiritual que material. Entre las películas que más le han impresionado cita: 1. El acorazado Potemkin, que partiendo de una concepción «traidora a la patria» muestra claramente hacia dónde debe orientarse el film de masas; 2. Ana Karenina, gracias a las dotes artísticas de Greta Garbo; 3. Los Nibelungos, evocación de una época pasada y 4. El rebelde, film de la Alemania nacionalista que despierta. Frente a esas cuatro películas, al doctor Goebbels le perece ridícula la producción nacionalista de los últimos años, al ver la cual se creería - dice - que «la historia no es más que la sucesión de desfiles y paradas militares al son de trompetas». «Nuestros cineastas - continúa - se quejan de la pobreza de motivos. ¿No hay acaso en las luchas de la Alemania nueva una riqueza extraordinaria de ternas?».

Nos encontramos evidentemente en ese discurso y en las medidas gubernamentales sobre la censura y la protección al film de tendencia nacionalsocialista, frente a una concepción nacional-socialista del cinema. Los estudios, incluso los de la Ufa, han cambiado inmediatamente la dirección artística. La consigna era no sólo expulsar a los judíos y a los «marxistas», sino incorporar «gente joven, gente nueva». Empresas flameantes han surgido de pronto ante el «¡sésamo, ábrete!» de la varita goebbeliana. Alemania ensangrentada, El general York, La joven Alemania en marcha, ostentan ya la nueva marca de fábrica. Y se anuncia para fecha muy próxima el estreno de otras películas de gran formato concebidas dentro de la misma línea: La lucha en el territorio del Ruhr, Los invencibles, Héroes tras el arado, etc.

La admiración del doctor Goebbels por El acorazado Potentkin, la obra maestra de la cinematografía soviética, no es casual. El nacional-socialismo necesita también su cine de masas. La «revolución» reaccionaria de las capas medias y desclasadas ha robado al movimiento del proletariado todas sus formas de proselitismo: el sistema de organización celular, las formas de la «liturgia» revolucionaria, la conmemoración del día del trabajo, la música y hasta la letra (adulterándola) de sus canciones. Ahora quiere ser consecuente en materia de cine. ¿Pero basta imitar las formas del arte proletario para engendrar un arte? ¿Basta crear un ministerio de propaganda para que surja una cultura nueva?

«El film alemán puede y debe ser el primero del mundo, ya que somos el pueblo de los poetas y pensadores», proclama modestamente, uno de los nuevos cineastas de la línea hitleriana. «Nuestro movimiento - dice Hitler mismo - está cargado con la herencia de dos mil años de gloria y de historia alemanas y será el sostén de la historia y de la cultura alemanas en el porvenir». Si el «verbo» fuera madre de la realidad, la cultura fascista habría de ser la más brillante, la más grandiosa de la historia. ¿Pero no hay una contradicción irreductible entre cultura y fascismo? ¿Es acaso capaz el fascismo de engendrar, de desarrollar una cultura propia?

Tratamos de responder con criterio histórico, objetivo. La clave del Potemkin no está en la intervención de la masa sino en la función, en el papel de esa masa. En la concepción socialista, la masa es hoy fuerza motriz y sujeto de la historia. En la concepción fascista es sólo el instrumento de un jefe [«Duce», «Führer»] o de una minoría «selecta». En la concepción socialista, la masa realiza por sí y para sí una misión histórica propia, en el fascismo sirve intereses e ideas (ideal nacionalista, culto del pasado, etc.), ajenos a ella misma, patrimonio de la clase históricamente precedente. Lo que hace la grandeza del film soviético en sus obras de inspiración más pura, lo que da universalidad a algunas creaciones del arte soviético y del arte revolucionario de los países capitalistas, lo que hace de ellas, en el sentido más grande y hermoso del término, cultura, es que son expresión de un mundo en gestación; es que al encarnar hoy los anhelos y aspiraciones del proletariado, encarnan los principios universales y permanentes del hombre.

¿Qué puede ofrecer en cambio el fascismo? Opresión y servidumbre de la masa, cuyo destino es obedecer y aplaudir. Orgullo de raza, persecuciones medievales de raza, sed colonial, guerra imperialista, frente a igualdad y confraternidad de todas las razas, de todos los pueblos. Autos de fe de todo lo que representa un paso hacia adelante en materia de libertad y de progreso, frente a la liberación de todas las fuerzas humanas ascendentes, limitaciones a la técnica, proteccionismo agrario, favoritismo del artesanado y del pequeño comercio, frente al desarrollo ilimitado de la técnica, de la industria, de la socialización. Las formas refinadas y brutales de una dictadura tendiente a perpetrar todos los vicios, todos los abusos, toda la barbarie del pasado, frente a la creación de un mundo nuevo que ha de libertar al hombre de la tiranía ignominiosa del capital para clausurar la prehistoria de la humanidad e inaugurar el período histórico, el período del socialismo.

Pueden los Hitler, los Goebbels, los Goering creer que aniquilarán el marxismo, que suprimirán la palabra marxismo hasta de los libros «para que durante cincuenta años nadie sepa ni lo que significa», podrán hacer todos los autos de fe que les permita su dominio efímero, podrán prometer premios y dinero a la producción cinematográfica y cultural nacional-socialista, podrán exhumar las glorias de Federico «El único» y entonar himnos a la raza elegida, podrán sublimizar los dolores de estómago o los trastornos eróticos de la pequeña burguesía o de las masas campesinas que condenan a la servidumbre y a la miseria: lo que no podrán jamás es crear una cultura. Porque cultura significa, en el actual periodo de la evolución histórica, precisamente eso que quieren exterminar: cultura significa marxismo, socialismo.

¿Ha producido acaso ni siquiera los rudimentos, ni siquiera una promesa de cultura, el fascismo mussoliniano en sus diez años de dominación? El pueblo alemán, ese «pueblo de poetas y pensadores», ha de producir evidentemente una cultura. Engels creía que toda Ia tradición y la capacidad filosófica alemana había pasado al proletariado alemán. Ese proletariado creará evidentemente su cultura. Y en la medida en que la elabore, esa cultura será, por el solo hecho de serlo, cultura antifascista. Por más mercedarios que el fascismo alquile en la prensa, en las academias, en los estudios cinematográficos; por más brazos y cerebros que compre por dinero o por el terror, todo será inútil: donde ponga el paso, se agotará la hierba. Porque el fascismo representa una pesadilla de la humanidad, representa a pesar de toda la soberbia y de las declaraciones de sus jefes liliputienses, una mala noche de la que no quedará más que un recuerdo sombrío. Y sólo el proletariado, sólo el marxismo, al luchar contra él en una batalla en la que el fascismo tiene que perecer irremisiblemente, y para siempre, al crear los moldes de una sociedad sin clases, creará simultáneamente las únicas posibilidades de cultura, la forma históricamente superior de la cultura humana.




 


sábado, 17 de agosto de 2013

DIARIO DE UN LOCO

                                                           LU SIN

Lu Sin (1381-1936), fue comandante en jefe de la revolución cultural moderna de China,gran pensador y comentarista político y también el fundador de la literatura china moderna. Ya en 1918 él había publicado en el número de mayo de la revista Nueva Juventud, su destacada obra El Diario de un Loco, que constituye un manifiesto de lucha contra el feudalismo y fue la primera novela de la literatura china moderna. Después de El Diario de un Loco, escribió una serie de novelas cortas en las cuales disecó profundamente la realidad, y combatió la sociedad oscura. La Verdadera Historia de A Q y El Sacrificio del Año Nuevo se cuentan entre ellas. Estas novelas han sido recogidas en tres colecciones: Grito de Llamada, Vagabundeos y Antiguos Relates Vueltos a Contar, que son una herencia literaria muy preciosa del pueblo chino.En el primer periodo de su vida Lu Sin fue un demócrata revolucionario, mas tarde se convirtió en comunista.



DIARIO DE UN LOCO
(1918)

Dos hermanos, cuyo nombre no quiero revelar, fueron amigos míos en los lejanos tiempos del bachillerato; luego de separarnos, con el paso de los años, acabé por perder su pista. Días atrás me entere casualmente de que uno de ellos se encontraba muy enfermo; de regreso a mi pueblo, di un rodeo para ir a visitarles, pero sólo encontré al mayor, quien me dijo que el que había estado enfermo era su hermano. Te agradezco mucho el que te hayas molestado en venir a vernos; mi hermano ya se ha recuperado
y desempeña en estos momentos un puesto de funcionario suplente en cierto lugar. Me mostró riendo un diario en dos libretas, en el que, según él, se podía observar la pasada enfermedad de su hermano. No veía inconveniente alguno en que un viejo amigo tuviera acceso a este diario. Así que me lo llevé y nada más leerlo he sabido que la enfermedad de mi amigo no era otra que la llamada «manía persecutoria». El lenguaje del diario es confuso y desordenado, y abunda en absurdos; tampoco especifica fechas, aunque se ve que no ha sido escrito de una vez, debido a las diferencias en la tinta y en la letra. He seleccionado algunos de los fragmentos que ofrecen una relativa coherencia para que puedan servir como material a la investigación médica. No he cambiado ni un ideograma del texto original; sólo los nombres de los personajes, aunque se trata de
hombres de pueblo totalmente desconocidos, han sido todos modificados al no influir en el tema. En cuanto al título he respetado el que su autor le puso después de recobrar la
salud.

2 de abril de 1918.


Esta noche hay una luna maravillosa.

Hacía más de treinta años que no la veía; hoy, al contemplarla, mi espíritu se ha inundado de felicidad. Ahora me doy cuenta de que los últimos treinta años he vivido en la oscuridad; a pesar de todo debo extremar las precauciones. Si no, ¿por que el perro de los Chao me ha lanzado esa doble mirada?

Mis temores están más que justificados.

Hoy no brilla la luna; sé que las cosas no marchan bien. Esta mañana, cuando salía de casa con todo cuidado, Chao el Ricachón me ha mirado de una manera aún más extraña: como si me tuviera miedo, como si quisiera matarme. Había además siete u ocho personas cuchicheando acerca de mí, temerosas de que las viera. Y así, todo el que me encontraba por la calle. El más terrible de todos fue un hombre que me lanzó una risotada de oreja a oreja; sentí un escalofrío por todo el cuerpo: ahora sabía que
sus planes estaban ya a punto.

Pero yo no tuve miedo, y seguí como siempre mi camino. Más adelante me tropecé con un grupo de chiquillos; también ellos hablaban de mí, y sus miradas y sus pálidos rostros eran idénticos a los de Chao el Ricachón, con el mismo reflejo acerado. Qué puedo yo haberles hecho, pensé, para que también ellos… No pude contenerme y les grité: «Decidme, ¡¿por qué?! » Pero ellos echaron a correr.

Me pregunto qué puedo yo haberle hecho a Chao el Ricachón, qué les puedo haber hecho a la gente de la calle; lo único fue hace veinte años, cuando pisé el libro de contabilidad del señor Ku Chiu, y éste se enfadó muchísimo. Aunque Chao el Ricachón no conoce al señor Ku Chiu, es seguro que ha oído hablar de aquel incidente y me guarda rencor por ello; y además se ha puesto de acuerdo con la gente de la calle para que todos consideren aquel asunto como un agravio. Pero, ¿y los niños? En aquel
tiempo aún no habían nacido, ¿por qué hoy también ellos me miran de esa extraña manera, como si me temieran, como si quisieran matarme? Esto me da realmente miedo, me intriga y al mismo tiempo me entristece.

Acabo de comprenderlo: ¡se lo han contado sus padres!

Por las noches no consigo conciliar el sueño. Las cosas hay que estudiarlas
a fondo para poder entenderlas.

Algunos han sido condenados por el gobernador del distrito a llevar la carga al cuello, hay quien ha recibido sus buenas bofetadas del cacique del lugar, quien ha visto a los guardias apoderarse de su mujer, e incluso algunos han perdido a sus padres arrastrados al suicidio por la presión de los acreedores. Y con todo, a ninguno se le ha visto nunca un rostro tan temeroso y tan feroz como ayer.

Lo más extraño ha sido aquella mujer, ayer, en la calle. Estaba pegando a su hijo mientras le decía:

«¡Desvergonzado! ¡Sólo dándote unos cuantos mordiscos me quedaría a gusto!» Y mientras eso decía me miraba a mí. No pude ocultar un sobresalto; y entonces, aquel grupo de hombres vampiro rompieron en sonoras carcajadas. Chen el Quinto llegó corriendo y me arrastró hasta casa.

Me arrastró a casa, pero allí fingieron no conocerme. Sus miradas eran idénticas a las de los otros. Entré en el estudio y echaron el cerrojo por fuera, como si encerraran a una gallina. Esto me hace aún todo más inexplicable.

Hace unos días vino uno de nuestros arrendatarios de la aldea Los lobos a informarnos de la mala cosecha. Le contó a mi hermano que la gente de la aldea había matado a un criminal del lugar, y que algunas personas le habían arrancado el corazón y el hígado y se los habían comido, después de freírlos, para aumentar su propio valor. Al interrumpir yo la conversación, el arrendatario y mi hermano me dirigieron varias miradas. Hoy es cuando me he dado cuenta de que sus miradas brillaban igual que las del grupo que encontré en la calle.

Cuando lo pienso, un escalofrío me recorre todo el cuerpo.

Si son capaces de comer hombre, ¿por qué no iban a comerme a mí?

Piensa, si no, en los mordiscos de aquella madre, en las carcajadas del grupo de hombres vampiro, en las palabras del arrendatario: evidentemente se trata de una contraseña. Veo que sus palabras son todas veneno; sus risas, puros cuchillos; y sus dientes, tan blancos y bien afilados. Son ciertamente individuos que comen hombre.

A mi modo de ver, aunque no soy una mala persona, desde que pisé el libro de los Ku es difícil saberlo. Parece como si ellos tuvieran intenciones ocultas que yo no puedo adivinar. Además, en cuanto se enfadan con alguien no dudan en calificarlo de criminal. Recuerdo cuando mi hermano me enseñaba a disertar; por bueno que fuese el personaje sobre el que versaba la disertación, bastaba que yo escribiera cuatro frases de crítica para que mi hermano las subrayara en señal de aprobación; y si disculpaba en mi escrito a personajes malos, me decía: «eres verdaderamente original, un genio en llevar la contraria al cielo.» Cómo voy yo a adivinar cuáles son los verdaderos pensamientos de esa gente; y más aún tratándose del momento en que piensan comer.

Las cosas hay que estudiarlas a fondo para poder entenderlas. En la antigüedad a menudo se comía carne humana, yo también me acuerdo, aunque no tengo una idea muy clara. Me he puesto a hojear la historia, pero esta historia no menciona fechas o épocas; en todas las páginas aparecen, de través, los ideogramas ren yi, tao te (bondad y moral). Me ha sido imposible conciliar el sueño, la mayor parte de la noche me la he pasado 



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