jueves, 24 de julio de 2014

SEMANA INTERNACIONAL DEL NIÑO




LA SEMANA INTERNACIONAL DEL NIÑO
N.KRUPSKAYA
(Artículo publicado en «Pravda», año 1923)

            El Comité Ejecutivo de la Internacional juvenil Comunista ha Dispuesto que se celebre la III Semana Internacional del Niño desde el 24 al 30 de julio. El movimiento infantil de Rusia está todavía en la fase de organización y aprovechamos la «Semana del Niño» para hacer propaganda de este movimiento.

            «¿Qué falta hace un movimiento infantil, una organización de niños? Cuando crezcan y empiecen a comprender algo que entren el komsomol; ¿qué entienden los niños? Dejadlos que jueguen y estudien» - suelen decir algunos camaradas.

            En los jóvenes Pioneros, como se llama la organización comunista infantil, pueden ingresar los muchachos y las muchachas a partir de los 11 años.

            Los jóvenes Pioneros se esfuerzan en educar los instintos colectivistas en sus afiliados, acostumbrándolos a compartir las alegrías y las penas con la colectividad, a no separarse de ella y a pensar en que son miembros de la colectividad, se esfuerzan en formar hábitos colectivistas, es decir, el arte de trabajar y actuar colectivamente, de manera organizada, supeditando su voluntad a la colectividad, de llevar a cabo sus iniciativas a través de ella, conquistando la opinión de la colectividad y, por fin, procuran forjar la conciencia comunista de los niños, contribuyendo a que  comprendan que son miembros de la clase obrera que lucha por la dicha de la humanidad, miembros del gran ejército del proletariado internacional.

            La sola enumeración de estas tareas muestra que cuanto antes se incorporen los niños al movimiento infantil tanto mejor será. A los hijos de los obreros se les oye decir con frecuencia: «No vemos nunca al padre, por el día trabaja y por la tarde va a las reuniones». La madre también trabaja o está absorbida por los quehaceres domésticos y el cuidado de los hijos. Los chicos de los obreros crecen a la buena de Dios: bien están en casa sin ver nada, haciendo travesuras por aburrimiento, o bien caen bajo la influencia de la calle. La organización infantil les proporcionara muchas emociones jubilosas, campo para que apliquen sus fuerzas y desarrollen su actividad y alimento a sus mentes.

            La organización de pioneros no debe parecerse a la de los adultos. Sería un gran mal si fuera copia de la organización de los mayores, pero debe estar saturada de espíritu comunista.

            Ante todo ha de hacer sentir a los niños muchas emociones jubilosas. Los coros, los juegos, las excursiones al campo, la poesía de los cuentos en torno a la hoguera, las visitas a las fábricas y la participación en las fiestas proletarias dejan una impresión que no se borra en toda la vida, y unen todas estas emociones con la idea de la organización, de la colectividad. La participación en las fiestas proletarias, las visitas a los clubs obreros, a las fábricas y la asistencia a las reuniones de los trabajadores ligan con fuertes lazos a los niños de la clase obrera, lazos que hay que robustecer por todos los medios. Las secciones de mujeres, las células del Partido y los sindicatos deben patrocinar a los pioneros y no regatear esfuerzos para fortalecer en los niños el espíritu de la solidaridad de clase.

            Durante la semana del movimiento infantil, las organizaciones obreras deben apadrinar a los pioneros, organizar excursiones, mostrarles su trabajo, hablarles de el, designar a obreros y obreras que hablen de su infancia v de su lucha a los niños, en una palabra, la clase obrera debe prohijar durante la «semana del niño» a los pioneros.

            Los chicos son chicos. Por eso los jóvenes Pioneros prestan gran atención a los juegos. El juego es una necesidad del organismo infantil en desarrollo, acrecienta las fuerzas físicas de los niños, hace más firme la mano, más ágil el cuerpo, más certero el ojo y desarrolla la inteligencia, el ingenio y la iniciativa. En el juego adquieren los niños hábitos de organización, entereza, y
aprenden a sopesar las circunstancias, etc. Pero hay juegos y juegos. Hay juegos que fomentan la crueldad, la grosería, el odio nacional, que influyen nocivamente en el sistema nervioso, que exaltan y estimulan la vanidad. Hay otros que tienen gran valor educativo, que fortalecen la voluntad y el sentido de la justicia, que enseñan a ayudar en la desgracia, etc. Por medio de los juegos se puede hacer de un niño una bestia y se puede hacer un comunista. Los pioneros se plantean esta última tarea y los Komsomoles les ayudan a cumplirla.

            Los pioneros no se ocupan solamente de los juegos. Los niños de nuestros dias han visto y oído mucho y sienten el deseo de participar en la lucha por la dicha de la humanidad, en la construcción de la nueva vida. Aunque su labor colectiva no sea mucha - recoger hierbas medicinales, plantar flores delante de las fábricas, hacer camisitas para las casascuna, distribuir invitaciones para los actos, adornar los clubs obreros, etc.-, les hace pensar en que son miembros útiles de la sociedad y les da ánimos para trabajar. Es necesario que todas las instituciones soviéticas presten atención a los pioneros y les den la posibilidad de trabajar en nuevas ramas.

            El movimiento infantil tiene gran valor para la escuela, ya que proporciona hábitos que contribuyen a organizar acertadamente la autogestión de los niños en ella y propician la aplicación de nuevos métodos de enseñanza. El movimiento infantil acrecienta en los alumnos el interés por el estudio y el ansia de saber. De ahí que los maestros avanzados lo vean con satisfacción. Durante la Semana Internacional del movimiento infantil, las escuelas deben abrir de par en par las puertas a los pioneros. Los pioneros deben ayudar con entusiasmo a los maestros a organizar la nueva escuela y deben ser la solera de ella.

            En la semana que va del 24 al 30 de julio hay que echar los cimientos del movimiento infantil en la Federación Rusa.



Descargar "Pequeños Guardias Rojos":

https://drive.google.com/file/d/0B0cNhGDp1iorTXFma3BDTFNlMEk/edit?usp=sharing

viernes, 18 de julio de 2014

LA CRISIS REVOLUCIONARIA Y LA SOCIALDEMOCRACIA.




PROGRAMA DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA

II.LA CRISIS GENERAL DEL CAPITALISMO Y LA PRIMERA FASE DE LA REVOLUCIÓN MUNDIAL

(VI CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA)


2. La crisis revolucionaria y la socialdemocracia contrarrevolucionaria.

En el curso de la revolución mundial, los jefes socialdemócratas, por un lado, y las organizaciones capitalistas de combate de tipo fascista, por otro, han adquirido una significación especial como fuerzas contrarrevolucionarias de la mayor importancia, que han luchado activamente contra la revolución y que han prestado un apoyo a la estabilización parcial capitalista.

La crisis producida por la guerra de 1914-1918, vióse acompañada de la ignominiosa bancarrota de la Internacional socialdemócrata, de la II Internacional. En contradicción completa con la tesis del Manifiesto Comunista, de Marx y Engels, según la cual los proletarios no tienen patria en el régimen capitalista, en oposición absoluta a las resoluciones contra la guerra tomadas por los congresos de Stuttgart y de Basilea, los líderes de los partidos socialdemócratas nacionales, salvo contadas excepciones, votaron en favor de los créditos de guerra, proclamaronse defensores decididos de las «patrias» imperialistas (o, lo que es lo mismo, de las organizaciones estatales de la burguesía imperialista), y, en vez de luchar contra la guerra imperialista, se convirtieron en fieles soldados, propagandistas y cantores del socialchauvinismo, transformado bien pronto en socialimperialismo. En el período que siguió inmediatamente a la guerra, la socialdemocracia apoyó los tratados de rapiña (Brest, Versalles); Se puso de un modo activo al lado de los generales cuando las revoluciones proletarias eran abogadas en sangre (Noske); luchó con las armas en la mano contra la primera república proletaria (Rusia de los soviets); traicionó pérfidamente al proletariado en el poder (Hungría); entró en la Sociedad de las Naciones imperialistas (Thomas, Paul Boncour, Vandervelde); se colocó directamente al lado de los imperialistas contra los esclavos coloniales (Partido Laborista ingles); apoyó activamente a los verdugos mas reaccionarios de la clase obrera (Bulgaria, Polonia), tomó sobre sí la iniciativa de las «leycs militares» imperialistas (Francia); traicionó la gran huelga general del proletariado ingles; contribuyó a ahogar la huelga de los mineros, ayudó y ayuda a estrangular a China y a la India (gobierno MacDonald); es el agente de propaganda de la Sociedad de las Naciones imperialistas, es el heraldo del capital y el centro de organización de la lucha contra la dictadura del proletariado en la URSS (Kautsky, Hilferding). La socialdemocracia realiza esta política contrarrevolucionaria de un modo sistemático operando activamente por medio de sus dos alas: el ala derecha, abiertamente contrarrevolucionaria, necesaria para las negociaciones y la relación directa con la burguesía, y el ala izquierda, para poder engañar de un modo particularmente sutil a los obreros. La socialdemocracia de “izquierda”, sin dejar de esgrimir la frase pacifista y, a veces, la frase revolucionaria inclusive, de hecho se coloca contra los obreros, particularmente en los momentos más críticos (los «independientes» ingleses y los jefes de «izquierda» del Consejo General durante la huelga general de 1926. Otto Bauer y Cía., durante la insurrección vienesa, etcétera), siendo, por consiguiente, la fracción más perniciosa de los partidos socialdemócratas. Sin dejar de servir los intereses de la burguesía en el terreno de la colaboración de clases y de la coalición con la burguesía, la socialdemocracia se ve obligada, en ciertos periodos, a pasar a la situación de partido de oposición e incluso a simular la defensa de los intereses del proletariado en su lucha económica con un solo objetivo: Conquistar la confianza de una parte de la clase obrera y, gracias a ello, traicionar de un modo todavía más vergonzoso sus intereses permanentes durante las contiendas decisivas de clase.

La función esencial de la socialdemocracia en la actualidad consiste en socavar la unidad de combate necesaria del proletariado en su lucha contra el imperialismo. Al escindir y desmoralizar el frente único de la lucha proletaria contra el capital, la socialdemocracia se trueca en el sostén más firme del imperialismo en el seno de la clase obrera.

La socialdemocracia internacional de todos los matices, la Segunda internacional y su sucursal sindical, la Internacional de Amsterdam, se han convertido, pues, en la reserva de la sociedad burguesa, en su apoyo más seguro.

3. La crisis del capitalismo y el fascismo.

Al lado de la socialdemocracia, por cuya mediación la burguesía aplasta a los obreros y adormece su sensibilidad de clase, entra en acción el fascismo.

La época del imperialismo, la exacerbación de la lucha de clases y la acumulación, particularmente después de la guerra imperialista mundial, de los elementos de guerra civil, han determinado la quiebra del parlamentarismo. De aquí «nuevos» métodos y formas de gobierno (por ejemplo, el sistema de gabinetes poco numerosos, la creación de grupos oligárquicos que actúan tras cortina, la degeneración y la falsificación de las funciones de la «representación nacional», la limitación y la supresión de las «libertades democráticas», etcétera). Este proceso de ofensiva de la reacción burguesa-imperialista adopta, en condiciones históricas determinadas, la forma del fascismo. Dichas condiciones son: la inestabilidad de las relaciones capitalistas; la existencia de un gran número de elementos sociales desplazados; la pauperización de grandes sectores de la pequeña burguesía urbana y de los intelectuales; el descontento de la pequeña burguesía agraria y, finalmente, la amenaza constante de acciones de masa proletarias. Con objeto de asegurarse un poder mas estable, más firme, más duradero, la burguesía se ve obligada cada día más a pasar del sistema parlamentario al método fascista, que no se halla sujeto a las relaciones y combinaciones entre partidos. Este método es el de la dictadura directa, cuya verdadera faz se halla ideológicamente cubierta por medio de «ideales nacionales», representaciones «profesionales» (es decir, grupos diversos de las clases dominantes), y el método de utilización del descontento de la pequeña burguesía y de los intelectuales mediante una demagogia social particular (antisemitismo, ataques parciales al capital usurario, indignación ante el charlatanismo parlamentario) y la corrupción bajo la forma de creación en la milicia fascista, en el aparato del partido y entre los funcionarios de una jerarquía cohesionada y bien retribuida. Al mismo tiempo, el fascismo hace esfuerzos para introducirse en los medios obreros, reclutando a los elementos más atrasados, explotando su descontento y la pasividad de la socialdemocracia, etcétera. El objetivo principal del fascismo consiste en la devastación de la vanguardia obrera revolucionaria, es decir, el sector comunista del proletariado y, particularmente, sus militantes más activos. La combinación de la demagogia social, de la corrupción y del terror blanco, al lado de una agresividad imperialista extrema en la esfera de la política exterior, constituyen los rasgos más salientes del fascismo. Después de haber sido utilizada la fraseología anticapitalista en los períodos particularmente críticos para la burguesía, el fascismo, sintiéndose firme en el poder, ha ido perdiendo por el camino sus oropeles anticapitalistas, para manifestarse cada vez más como la dictadura terrorista del gran capital.

Con objeto de adaptarse a las modificaciones de la coyuntura política, la burguesía utiliza alternativamente los métodos fascistas y los métodos de coalición con la socialdemocracia, dándose el caso de que, a menudo, esta última desempeña abiertamente un papel fascista. En el curso de los acontecimientos manifiesta tendencias fascistas, lo cual no le impide, en otras circunstancias políticas, agitarse contra el gobierno burgués en calidad de partido de oposición. El método fascista y el de coalición con la socialdemocracia, que no son habituales para el capitalismo «normal» y constituyen un signo de la crisis capitalista general, son utilizados por la burguesía para retrasar la marcha progresiva de la revolución.



miércoles, 9 de julio de 2014

LA INTERNACIONAL COMUNISTA Y LA LUCHA POR LA DICTADURA DEL PROLETARIADO



VI. LA ESTRATEGIA Y LA TÁCTICA DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA EN LA LUCHA POR LA DICTADURA DEL PROLETARIADO.

(VI CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA: PROGRAMA)


1. Las ideologías adversas al comunismo en la clase obrera.

(...)

En el terreno teórico, la socialdemocracia ha traicionado al marxismo, completamente, pasando, a través de la etapa revisionista, al reformismo liberalburgués definido y, abiertamente, al socialimperialismo. Las enseñanzas de Marx sobre las contradicciones del capitalismo han sido remplazadas por ella por la teoría de su evolución armónica, las enseñanzas sobre las crisis y la pauperización del proletariado las ha relegado al archivo; la teoría inflamada de la lucha de clases, llena de amenazas, la ha convertido en prédica vulgar de la paz social; las enseñanzas sobre la exacerbación de las contradicciones de clase han sido remplazadas por la fabula pequeñoburguesa de la «democratización» del capital; la teoría de lo inevitable de las guerras imperialistas en el régimen capitalista, por la farsa burguesa del pacifismo y la prédica del «ultraimperialismo»; la teoría del derrumbamiento revolucionario del capitalismo, la ha cambiado por la moneda falsa del capitalismo «sano» que se transforma pacíficamente en socialismo; la revolución la ha reemplazado por la evolución, la destrucción del estado burgués, por su edificación activa; las enseñanzas sobre la dictadura del proletariado por la teoría de la coalición con la burguesía; las enseñanzas sobre la solidaridad internanacional, por las de la defensa de las patrias imperialistas; el materialismo-dialéctico de Marx, por la filosofía idealista y el coqueteo con los desechos religiosos de la burguesía.

En el interior de este reformismo socialdemocratico se manifiesta una serie de tendencias particularmente características desde el punto de vista de la degeneración burguesa de la socialdemocracia.

El «socialismo constructivo» (Macdonald y compañía), cuya sola denominación indica la idea de luchar contra la revolución del proletariado y de respeto al régimen capitalista, continúan las tradiciones liberalfilantrópicas, antirrevolucionarias y burguesas del fabianismo (los Web, B. Shaw, lord Olivier, etcétera). Al rechazar, por principio, la dictadura del proletariado y todo «procedimiento de violencia» en general, contra la burguesía, el «socialismo constructivo» apoya la lucha violenta contra el proletariado y los pueblos coloniales. Al mismo tiempo que es el apologista del estado capitalista, que predica, con el nombre de socialismo, el capitalismo de estado, que proclama -junto con los ideólogos más vulgares del imperialismo de los dos continentes- que la teoría de la lucha de clases es una teoría «precientifica», el «socialismo constructivo» predica verbalmente un programa moderado de nacionalización con indemnización, impuesto sobre la renta, la herencia y los extrabeneficios. Enemigo decidido de la dictadura del proletariado en la URSS, el «socialismo constructivo», en estrecha alianza con la burguesía, es un adversario activo del movimiento comunista del proletariado y de las revoluciones coloniales.

Una de las formas particulares del «socialismo constructivo» es el corporativismo o socialismo cooperativo (Charles Gide, Totomiantz y compañía), el cual rechaza asimismo enérgicamente la lucha de clases y propaga la organización cooperativa de los consumidores,
como medio de eliminar el capitalismo por vías pacíficas mientras que, de hecho, contribuye a fortalecerlo por todos los medios. El «cooperativísmo», que dispone, con las organizaciones de masa de la cooperación de consumo, de un vasto aparato de propaganda para ejercer una influencia cotidiana sistemática, sobre la clase obrera, lucha enérgicamente contra el movimiento obrero revolucionario, creando obstáculos a la realización de sus objetivos y representa actualmente uno de los factores más activos en el campo de la contrarrevolución reformista.

El llamado socialismo gremial (Penty, Orage, Hobson, ectétera) constituye una tentativa ecléctica para unir el sindicalismo «revolucionario» al fabianismo liberalburgués, la descentralización anarquista (las «ghildas» nacionales industriales) a la centralización estatal capitalista, la limitación artesana corporativa de la edad media al capitalismo contemporáneo. Tomando como punto de partida la exigencia verbal de la supresión del «sistema del asalariado» por considerarlo como una institución «inmoral» que debe ser abolida por medio del control obrero de la industria, el socialismo gremial deja completamente de lado el problema más importante; la cuestión del poder. Al aspirar a unir a los obreros, intelectuales y técnicos en una federación de «ghildas» (gremios) industrias nacionales y convertirlas por medios pacíficos (control desde el interior) en órganos de dirección de la industria en el marco del estado burgués, el socialismo gremial defiende de hecho a dicho estado, vela su carácter de clase, imperialista, antiproletario - y le asigna el puesto- de representante «por encima de las clases» de los intereses de los «consumidores» como contrapeso de los «productores» organizados en las «ghildas». Con su prédica de la «democracia funcional», es decir, de la representación de las clases de la sociedad capitalista, presentadas como profesiones con funciones sociales y de producción particulares, el socialismo gremial prepara el terreno para el «estado corporativo» del fascismo.

Al rechazar simultáneamente el parlamentarismo y la «acción directa», la mayoría de los socialistas gremiales condenan a la clase obrera a la inacción completa y a la sumisión pasiva a la burguesía. Se trata, pues, de un oportunismo tradeunionista utópico particular, y, como tal, no puede dejar de desempeñar un papel antirrevolucionarro.

Finalmente, una de las formas particulares del reformismo socialdemócrata es el austromarxismo. El austromarxismo, que figura en el ala «izquierda» de la socialdemocracia, representa una de las formas más sutiles de mistificación de las masas trabajadoras. Dicha
tendencia prostituye la terminología marxista, rompiendo al mismo tiempo decididamente con las bases del marxismo revolucionario (kantismo, machismo, etcétera, en el terreno filosófico); Coquetea con la religión, hace suya la teoría de los reformistas ingleses de la «democracia funcional»; se coloca en el punto de vista de la «edificación de la república», es decir, la edificación del estado burgués; recomienda la «cooperación de las clases» en el período llamado «equilibrio» de las fuerzas de clase, esto es, precisamente cuando madura las crisis revolucionaria. Esa teoría implica la justificación de la coalición con la burguesía para abatir la revolución proletaria, bajo la máscara de la defensa de la «democraca» contra los ataques de la reacción. Objetivamente, en la práctica, la violencia aceptada por el austromarxismo en los casos de ataque de la reacción, se convierte en violencia de la reacción contra la revolución del proletariado. El «papel funcional» del austromarxismo consiste en engañar a los obreros que van hacia el comunismo, y por esto el austromarxismo es un enemigo particularmente peligroso para el proletariado, más peligroso aún que los partidarios francos del socialimperialismo de rapiña.

Si todas estas tendencias, que forman parte del reformismo «socialista», son otras tantas agencias de la burguesía imperialista en el seno de la clase obrera, por otra parte, el comunismo tropieza con una serie de tendencias pequeñoburguesas que reflejan y expresan las oscilaciones de los sectores sociales inconsistentes (pequeña burguesía urbana, lumpen-proletariat, artesanos pauperizados, ciertos sectores campesinos, etcétera). Dichas tendencias, que se distinguen por su inconsistencia política extrema, a menudo cubren la política de derecha con una fraseología de izquierda o aen en el aventurerismo, remplazando el cálculo objetivo de las fuerzas por la gesticulación política vocinglera, pasando con frecuencia de una fanfarronada revolucionaria increíble al pesimismo más profundo y a la capitulación efectiva ante el enemigo. Estas tendencias, en ciertas condiciones, particularmente en los momentos en que se producen cambios bruscos de la situación política o en que es necesaria una retirada temporal, pueden convertirse en desorganizadores peligrosísimos de las filas proletarias y, por tanto, en freno del movimiento revolucionario del proletariado.

(...)

Todas estas tendencias coinciden con la socialdemocracia, principal enemigo de la revolución proletaria, en la cuestión política fundamental: la cuestión de la dictadura del proletariado. Por este motivo todas ellas actúan, de un modo más o menos determinado, contra la URSS, en su frente único con la socialdemocracia. Por otra parte, la socialdemocracia, que ha traicionado por completo al marxismo, apóyase cada vez más en la ideología de los fabianos y de los socialistas «constructivos» y gremiales. Estas tendencias se convierten en la ideología liberal reformista oficial del «socialismo» burgués de la Segunda Internacional.

En los países coloniales y entre las razas y los pueblos oprimidos en general, el comunismo tropieza en el movimiento obrero con la influencia de aquellas tendencias especiales, que en una fase determinada de desarrollo del movimiento han desempeñado un papel positivo importante, pero que, en una nueva etapa de evolución, se convierten en una fuerza de conservación.

El sun-yet-senismo era la ideología del «socialismo» pequeñoburgués populista. En la teoria de los «tres principios» (nacionalismo, democracia, socialismo), la noción de pueblo cubría y ocultaba la  noción de las clases; el socialismo era presentado no como un sistema específico y particular de producción realizado por el proletariado, sino como un bienestar social indeterminado; la lucha contra el imperialismo no se hallaba enlazada con las perspectivas de desarrollo de la lucha de clases en el interior del país. Por este motivo, el sun-yet-senismo que desempeñó en el primer estadio de la revolución china un inmenso papel positivo, como resultado de la diferenciación de clases en el país y del desarrollo ulterior de la revolución china, se convirtió de forma ideológica de dicha revolución en un obstáculo a la misma. Los epígonos del sun-yet-senismo, al preconizar con preferencia, precisamente, los principios ideológicos de este último, que han terminado por ser objetivamente reaccionarios, lo han convertido con ello en la ideología oficial del Kuomintang, el cual es, en la actualidad, una fuerza abiertamente contrarrevolucionaria. El progreso idelógico de las masas del proletariado chino y de los campesinos explotados debe ir acompañado de una lucha decidida contra la mistificación representada por el Kuomintang y la eliminación de las reminiseencias de la ideología del sun-yet-senismo.

Tendencias como el gandismo en la India, impregnadas de espíritu religioso, que idealizan las forrnas de existencia más atrasadas y económicamente reaccionarias, que ven la salvación en el retorno a lo viejo, que predican la pasividad y la negación de la lucha de clases, se convierten, en el proceso de desarrollo de la revolución, en una fuerza abiertamente contrarrcvolucionaria. El  gandismo es cada día más una ideología dirigida contra la revolución de las masas populares y, por ello, debe ser combatido decididamente por parte del comunismo.

El garvismo, que era antes la ideología de los pequeños propietarios y obreros negros en los Estados Unidos y que ejerce hoy todavía cierta influencia sobre las masas negras, se ha eonvertido, asímismo, en un obstáculo en el camino de la evolución revolucionaria. Después de haberse pronunciado en un principio por la igualdad social completa de derechos de los negros, se ha transformado en una especie de sionismo negro, el cual, en vez de la lucha contra el imperialismo norteamericano, ha lanzado la consigna «¡Retorno al África!» Esta ideología peligrosa, carente de todo rasgo deimocrático auténtico, que coquetea con los atributos de un «reinado negro» inexistente, debe ser combatida sañudamente pues, no sólo no fomenta, sino que obstaculiza la lucha libertadora de las masas negras contra el imperialismo norteamericano.

Frente a todas estas tendencias se levanta el comunismo proletario; en su calidad de ideología del movimiento revolucionario internacional de la clase obrera, se distingue de todas estas tendencias y  en primer lugar, de la socialdemocracia, en que, en completo acuerdo con las enseñanzas de Marx y Engels, lleva a cabo una lucha revolucionaria teórica y práctica por la dictadura del proletariado aplicando todas las formas de acción proletaria de las masas.

 




miércoles, 2 de julio de 2014

J.STALIN- SOBRE LA GRAN GUERRA POR LA SALVACIÓN DE LA PATRIA




SOBRE LA GRAN GUERRA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA
POR LA SALVACIÓN DE LA PATRIA

J. STALIN

(Discurso radiodifundido el 3 de julio de 1941)


¡Camaradas! ¡Ciudadanos!
¡Hermanos y hermanas!
¡Combatientes de nuestro ejército y nuestra flota!

¡Me dirijo a vosotros, amigos!

La pérfida agresión militar de la Alemania hitleriana contra nuestra patria, iniciada el 22 de junio, prosigue. Pese la resistencia heroica del Ejército Rojo, y aunque las divisiones de élite del enemigo y las mejores unidades de su aviación han sido ya derrotadas y han encontrado la muerte en los campos de batalla, el enemigo continúa avanzando, lanzando al frente nuevas fuerzas. Las tropas hitlerianas han podido apoderarse de Lituania, de una gran parte de Letonia, de la parte oeste de Bielorrusia, de una parte de la Ucrania occidental, La aviación fascista extiende la acción de sus bombarderos, sometiendo a bombardeo a Murmansk, Orcha, Moguilev, Smolensk, Kiev, Odessa, Sebastopol. Un grave peligro pesa sobre nuestra Patria.

¿Cómo ha podido ocurrir que nuestro glorioso Ejército Rojo haya abandonado a las tropas fascistas una serie de ciudades y regiones? ¿Son realmente invencibles las tropas fascistas alemanas como proclaman sin cesar los propagandistas fascistas fanfarrones?

No, por supuesto. La historia demuestra que jamás ha existido ni existe un ejército invencible. Se pensaba que el ejército de Napoleón era invencible. Pero fue batido sucesivamente por las tropas rusas, inglesas, alemanas. El ejército alemán de Guillermo estaba considerado también invencible durante la primera guerra imperialista; y sin embargo, se vio infligir muchas derrotas por las tropas rusas y anglo-francesas, y por último fue batido por las tropas anglo­francesas. Es preciso decir lo mismo del actual ejército alemán fascista de Hitler. Todavía no había encontrado una resistencia seria en el continente europeo. Sólo en nuestro territorio ha encontrado seria resistencia. Y si, a consecuencia de esta resistencia las mejores divisiones del ejército fascista alemán han sido batidas por nuestro Ejército Rojo, es que el ejército fascista hitleriano también puede ser batido y que lo será como lo fueron los ejércitos de Napoleón y de Guillermo.

El que una parte de nuestro territorio haya sido invadido, no obstante, por las tropas fascistas alemanas se explica sobre todo por el hecho de que la guerra de la Alemania fascista contra la U.R.S.S. ha sido desencadenada en condiciones ventajosas para las tropas alemanas y desventajosas para las tropas soviéticas. En efecto, las tropas de Alemania, como país que desencadena la guerra, fueron movilizadas íntegramente. Ciento sesenta divisiones lanzadas por Alemania contra la U.R.S.S. y llevadas a las fronteras de este país, estaban dispuestas para esperar Sólo la señal de ponerse en marcha. Mientras tanto, a las tropas soviéticas hubo que movilizarlas y llevarlas a las fronteras. Cosa muy importante aún es que la Alemania fascista ha violado pérfida e inopinadamente el pacto de no agresión concluido en 1939 por ella con la U.R.S.S., sin tener en cuenta que sería mirada por todo el mundo como el país agresor. Se concibe que nuestro pacífico país, que no quería asumir la iniciativa de la violación del pacto, no podía adentrarse por ese camino de felonía.

Se nos puede preguntar: ¿cómo es que el gobierno soviético ha aceptado concluir un pacto de no agresión con felones de esa especie y con monstruos como Hitler y Ribbentrop? ¿No ha cometido el gobierno soviético un error? Por supuesto que no. El pacto de no agresión es un pacto de paz entre dos Estados. Y fue un pacto de esta clase el que Alemania nos propuso en 1939. ¿Podía el gobierno soviético rechazar esta proposición? Pienso que ningún Estado pacífico puede rechazar un acuerdo de paz con una potencia vecina, aunque a la cabeza de esta última se encuentren monstruos y Caníbales como Hitler y Ribbentrop. Esto, por supuesto, con una condición expresa: que el acuerdo de paz no afecte, ni directa ni indirectamente, a la integridad territorial, a la independencia y al honor del Estado pacífico. Y se sabe que el pacto de no agresión entre Alemania y la U. R. S. S. era precisamente un pacto de este género.

(...) Es preciso que no haya en nuestras filas lugar para los llorones y los cobardes, los sembradores del pánico y los desertores; que nuestros hombres estén exentos de temor en la lucha y marchen con abnegación en nuestra guerra liberadora para la salvación de la patria contra los esclavizadores fascistas. El gran Lenin, que creó nuestro Estado, dijo que la cualidad esencial de los hombres soviéticos debe ser el coraje, el valor, la intrepidez en la lucha, la voluntad de batirse al lado del pueblo contra los enemigos de nuestra patria. Es preciso que esta excelente cualidad bolchevique se convierta en la de millones y millones de hombres del Ejército Rojo, de nuestra Flota Roja y de todos los pueblos de la Unión Soviética.

(...)

Tenemos que organizar una lucha implacable contra los desorganizadores de la retaguardia, los desertores, los sembradores de pánicos, los propagadores de rumores de toda clase, acabar con los espías, los agentes de la diversión, los paracaidistas enemigos, llevando así una ayuda rápida a nuestros batallones de lucha. No hay que olvidar que el enemigo es pérfido, taimado, experto en el arte de engañar y de expandir falsos rumores. Hay que tener en cuenta todo esto y no dejarse coger por la provocación. Hay que llevar inmediatamente ante el tribunal militar, sin tener en cuenta a las personalidades, a todos los que sembrando el pánico y dando muestras de cobardía, obstaculizan la obra de la defensa.



Descargar el texto completo en:

https://drive.google.com/file/d/0B0cNhGDp1iorUF8xekE3SHkyX2M/edit?usp=sharing