viernes, 21 de febrero de 2014

CHIANG CHING (1967)



En su conjunto, la situación es satisfactoria y se desarrolla en sentido favorable. Esto exige el cumplimiento de varias condiciones: Liderazgo por el Comité Central del Partido encabezado por el presidente Mao, que es la más importante; la presencia del Ejército Popular de Liberación como pilar de la dictadura del proletariado y para defender la Gran Revolución Cultural Proletaria; y el establecimiento gradual de comités revolucionarios locales que fomenten la gran alianza revolucionaria y la combinación revolucionaria de las "tres vías", antes de que podamos efectuar la lucha-crítica-transformación y combinar esto con la crítica de masas en toda la extensión de la nación, ¿A este respecto; cómo se encuentran ahora las cosas? En primer lugar tenemos en el Partido miembros con autoridad que son acompañantes capitalistas, y tenemos además los terratenientes, los campesinos ricos, los contrarrevolucionarîos, la gente maleada y los derechistas, sin contar a los espías de los Estados Unidos, de la Unión Soviética, de Japón y del Kuomintang, todos ellos inclinados a destruirnos. Con tantas manos negras ocultas detrás del cuerpo, no es nada fácil descubrirlas. Presentándose como "ultraizquierdistas" o como "derechistas", coinciden en su afán por minar al Comité Central del Partido, encabezado por el presidente Mao. Jamás permitiremos que tal Cosa suceda y quienes pretendan ejecutarla están condenados al fracaso.

 Camaradas: Pensemos en ello: ¿Permitiríais que esto ocurriera? (El público: ¡No, nunca!) Tomemos ahora a Pekín como ejemplo. Existe una cosa mala, y digo que es mala porque es una organización contrarrevolucionaria, la llamada "Cuerpo 16 de Mayo". Numéricamente no es una gran organización y en apariencia, la mayoría de sus miembros son jóvenes, los cuales son en realidad los engañados. La minoría esta constituida por elementos burgueses que sienten odio profundo contra nosotros y se aprovechan de la credulidad e inestabilidad ideológica de la gente joven. Quienes realmente pulsan las cuerdas tras la escena son indudablemente malos.


Texto completo:

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viernes, 14 de febrero de 2014

LUCHA DE DOS LÍNEAS EN LOS CAMPOS CHINOS



LA LUCHA DE DOS LÍNEAS EN LOS CAMPOS CHINOS

Ediciones en Lenguas Extrajeras, Pekín, 1968.

En el mismo momento en que la economía nacional china padecía dificultades temporales, en razón del sabotaje de la camarilla renegada krutcheviana y de las calamidades naturales que hicieron estragos durante tres años seguidos mientras el imperialismo, el revisionismo moderno y la reacción de todo el mundo entonaban un canto antichino, el puñado de más altos responsables del Partido comprometidos en la vía capitalista, con el Krutchev chino a su cabeza, imaginando que ya era hora de hacer «cambiar la naturaleza» de China, ordenaron a sus subalternos grandes y pequeños que lanzaran un violento ataque general contra el socialismo en los frentes político, económico, ideológico y cultural.

El más alto responsable del Partido comprometido en la vía capitalista, atacó ferozmente a la comuna popular en estos términos: «Estos últimos años, los campesinos no han obtenido ningún beneficio de la economía colectiva». En nuestros campos, debido a su instigación, se desencadenó la corriente nefasta del zanzi-yi-bao (la extensión de las parcelas individuales y los mercados libres, la multiplicación de las pequeñas empresas que asumen la total responsabilidad de sus beneficios y sus pérdidas, la fijación de las normas de producción sobre la base de la familia). Era un hermoso número de su tentativa por disgregar la comuna popular y restaurar el capitalismo.

Vociferó públicamente: «No temamos la marejada del capitalismo», «hay que mantener el mercado libre», «hay que operar una regresión suficiente de la industria y la agricultura, y al mismo tiempo extender la fijación de las normas de producción sobre la base de la familia y de la explotación individual». Sobre este punto, otro de los más altos responsables antes citados habla mucho más directamente. Dice: «Mientras podamos aumentar la producción se puede recurrir incluso a la explotación individual; no importa si un gato es blanco o negro, si caza ratones es un buen gato».

Luchar «contra el egoísmo y la refutación del revisionismo como principio rector y llevar hasta el final la lucha entre las dos vías en el campo. Siguiendo de cerca a su gran piloto, el presidente Mao, los 500 millones de campesinos chinos recorrieron durante dieciocho años, en el camino del socialismo, un glorioso combate, evitando los escollos peligrosos y luchando contra vientos y corrientes nefastos.

La historia de estos dieciocho años de pugna entre ambas vías y las dos líneas en los campos nos aportó experiencias extremadamente ricas. Las más importantes son las siguientes:

En primer lugar, la «sociedad socialista se extiende por un período histórico muy largo, durante el cual las clases, las contradicciones entre ellas y su lucha, continúan existiendo, al igual que la lucha entre la vía del Socialismo y la vía del capitalismo y el peligro de la restauración de este último».

En segundo lugar, el problema fundamental de la revolución es el problema del poder. En el campo, la lucha entre las dos vías y entre las dos líneas es, en última instancia, una lucha para consolidar la dictadura del proletariado o para derrocarla.

Texto completo:

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jueves, 6 de febrero de 2014

PRESIDENTE GONZALO (JEFATURA X)






LÍNEA DE CONSTRUCCIÓN DE LOS TRES INSTRUMENTOS DE LA REVOLUCIÓN



Somos plenamente conscientes de que ninguna clase ha logrado en la historia instaurar su dominio si no ha promovido a sus jefes políticos, a sus representantes de vanguardia, capaces de organizar el movimiento y dirigirlo; y el proletariado peruano en medio de la lucha de clases ha generado la dirección de la revolución y su más alta expresión: la Jefatura del Presidente Gonzalo que maneja la teoría revolucionaria, tiene un conocimiento de la historia y una comprensión profunda del movimiento práctico; quien en dura lucha de dos líneas ha derrotado al revisionismo, al liquidacionismo de derecha e izquierda, a la línea oportunista de derecha y al derechismo; ha reconstituido el Partido, lo dirige en la guerra popular y ha devenido en el más grande marxista-leninista-maoísta viviente, gran estratega político y militar, filósofo; maestro de comunistas, centro de unificación partidaria. La reacción tiene dos principios para destruir la revolución: aniquilar dirección y aislar la guerrilla de las masas pero en síntesis su problema es aniquilar dirección pues es la que permite mantener el rumbo y materializarlo. Nuestro Partido ha definido que la dirección es clave y es obligación de todos los militantes bregar constantemente por defender y preservar la dirección del Partido y muy especialmente la dirección del Presidente Gonzalo, nuestra Jefatura, contra cualquier ataque dentro y fuera del Partido y sujetarnos a su dirección y mando personal enarbolando las consignas de Aprender del Presidente Gonzalo y Encarnar el pensamiento gonzalo.




ENTREVISTA AL PRESIDENTE GONZALO (1988)


En nuestro Partido, revolución y guerra popular, el proletariado ha generado también un conjunto de jefes por necesidad y casualidad históricas, en el sentido de Engels; es una necesidad que se generen jefes y un jefe, pero quiénes lo sean en concreto lo define la casualidad, o sea el conjunto de condiciones específicas que se concretan en un lugar y momento determinados. Así también en nuestro caso se ha generado una Jefatura; primero fue reconocida en el Partido, en la Conferencia Nacional Ampliada de 1979; pero esta cuestión encierra una cuestión básica insoslayable que merece destacar: no hay Jefatura que no se sustente en un pensamiento, cualquiera sea el grado de desarrollo que el mismo tenga. El que haya devenido quien habla en jefe del Partido y de la revolución, como dicen los acuerdos, tiene que ver con la necesidad y la casualidad histórica y, obviamente, con el pensamiento gonzalo; nadie sabe qué es lo que la revolución y el Partido pueden hacer con cada uno de nosotros, y cuando tal cosa se especifica lo único que cabe es asumir la responsabilidad.

Nos hemos movido dentro de la tesis de Lenin que es justa y correcta; el problema del culto a la personalidad es una posición revisionista. Y a Lenin nos advirtió contra el problema de la negación de los jefes, así como destacó la necesidad de que la clase, el Partido, la revolución promuevan a sus propios dirigentes, más dirigentes a jefes y a Jefatura. Hay una diferencia que vale resaltar, dirigente es un cargo orgánico en tanto que jefes y Jefatura los entendemos como reconocimiento de autoridad partidaria y revolucionaria, adquirida y probada en larga brega, de quienes en la teoría y la práctica demuestran que son capaces de encabezarnos y guiarnos hacia el avance y la victoria en la consecución de nuestros ideales de clase. Jruschov levantó el problema del culto a la personalidad para combatir al camarada Stalin, pero ése fue un pretexto como sabemos todos, en el fondo era para combatir la dictadura del proletariado. Hoy mismo Gorbachov vuelve a enarbolar el culto a la personalidad, como también lo hicieron los revisionistas chinos Liu Shao-chi y T eng Siao-ping. Es en consecuencia una tesis revisionista que apunta en esencia contra la dictadura del proletariado y contra las jefaturas y jefes del proceso revolucionario general para descabezarlo. En nuestro caso a dónde apuntaría en concreto, a descabezar la guerra popular; nosotros no tenemos aún dictadura del proletariado sino un Nuevo Poder que se desenvuelve según normas de nueva democracia, o de dictadura conjunta de obreros, campesinos y progresistas. En nuestro caso apunta pues, principalmente, a descabezar; y bien sabe la reacción y sus sirvientes por qué lo hacen, porque no es fácil generar jefes y jefatura. Y una guerra popular, así como se desarrolla en el país, necesita de jefes y de una Jefatura, de alguien que la represente y la encabece y de un grupo capaz de comandarla indoblegablemente. En síntesis, el culto a la personalidad es una siniestra tesis revisionista, que no tiene nada que ver con nuestra concepción sobre jefes que se ciñe al leninismo.

EL DIARIO: Presidente, cambiando un poco, en los documentos del Partido Comunista se plantea que Ud. es el Jefe del Partido y de la r evolución. ¿Qué implicancia tiene y cómo se opone a la tesis r evisionista del culto de la personalidad?

PRESIDENTE GONZALO: Aquí tenemos que recordar la tesis de Lenin sobre el problema de la relación masas-clases-Partidos-jefes. Consideramos que la revolución, el Partido, la clase generan jefes, generan un grupo de jefes; en toda revolución ha sido así. Si pensamos, por ejemplo, en la Revolución de Octubre, tenemos a Lenin, Stalin, Sverdlov y unos cuantos nombres más, un pequeño grupo; lo mismo en la revolución China, también tenemos un pequeño grupo de jefes: el Presidente Mao T setung, y los camaradas Kang Sheng, Chiang Ching, Chan Chung-chao entre otros. Toda revolución es así, entonces esto también se da en la nuestra; no podríamos ser excepción, acá no vale que toda regla tiene excepción, acá se trata del cumplimiento de leyes. Todo proceso, pues, tiene jefes pero tiene un jefe que sobresale sobre los demás o que encabeza a los demás, según las condiciones porque no podríamos ver a todos los jefes con igual dimensión: Marx es Marx, Lenin es Lenin, el Presidente Mao es el Presidente Mao, y cada uno es irrepetible y nadie es igual a ellos.

En nuestro Partido, revolución y guerra popular, el proletariado ha generado también un conjunto de jefes por necesidad y casualidad históricas, en el sentido de Engels; es una necesidad que se generen jefes y un jefe, pero quiénes lo sean en concreto lo define la casualidad, o sea el conjunto de condiciones específicas que se concretan en un lugar y momento determinados. Así también en nuestro caso se ha generado una Jefatura; primero fue reconocida en el Partido, en la Conferencia Nacional Ampliada de 1979; pero esta cuestión encierra una cuestión básica insoslayable que merece destacar: no hay Jefatura que no se sustente en un pensamiento, cualquiera sea el grado de desarrollo que el mismo tenga. El que haya devenido quien habla en jefe del Partido y de la revolución, como dicen los acuerdos, tiene que ver con la necesidad y la casualidad histórica y, obviamente, con el pensamiento gonzalo; nadie sabe qué es lo que la revolución y el Partido pueden hacer con cada uno de nosotros, y cuando tal cosa se especifica lo único que cabe es asumir la responsabilidad.

Nos hemos movido dentro de la tesis de Lenin que es justa y correcta; el problema del culto a la personalidad es una posición revisionista. Y a Lenin nos advirtió contra el problema de la negación de los jefes, así como destacó la necesidad de que la clase, el Partido, la revolución promuevan a sus propios dirigentes, más dirigentes a jefes y a Jefatura. Hay una diferencia que vale resaltar, dirigente es un cargo orgánico en tanto que jefes y Jefatura los entendemos como reconocimiento de autoridad partidaria y revolucionaria, adquirida y probada en larga brega, de quienes en la teoría y la práctica demuestran que son capaces de encabezarnos y guiarnos hacia el avance y la victoria en la consecución de nuestros ideales de clase.

Jruschov levantó el problema del culto a la personalidad para combatir al camarada Stalin, pero ése fue un pretexto como sabemos todos, en el fondo era para combatir la dictadura del proletariado. Hoy mismo Gorbachov vuelve a enarbolar el culto a la personalidad, como también lo hicieron los revisionistas chinos Liu Shao-chi y Teng Siao-ping. Es en consecuencia una tesis revisionista que apunta en esencia contra la dictadura del proletariado y contra las jefaturas y jefes del proceso revolucionario general para descabezarlo. En nuestro caso a dónde apuntaría en concreto, a descabezar la guerra popular; nosotros no tenemos aún dictadura del proletariado sino un Nuevo Poder que se desenvuelve según normas de nueva democracia, o de dictadura conjunta de obreros, campesinos y progresistas. En nuestro caso apunta pues, principalmente, a descabezar; y bien sabe la reacción y sus sirvientes por qué lo hacen, porque no es fácil generar jefes y jefatura. Y una guerra popular, así como se desarrolla en el país, necesita de jefes y de una Jefatura, de alguien que la represente y la encabece y de un grupo capaz de comandarla indoblegablemente. En síntesis, el culto a la personalidad es una siniestra tesis revisionista, que no tiene nada que ver con nuestra concepción sobre jefes que se ciñe al leninismo.