martes, 29 de enero de 2013

LUCHA CONTRA EL REVISIONISMO - MARX

 
SOBRE LA LUCHA CONTRA EL REVISIONISMO
(1 – Marx)

Finalmente, otra cuestión fundamental del marxismo-leninismo-maoísmo es la lucha contra el revisionismo; lucha necesaria, constante e implacable en defensa de la ideología del proletariado, e indispensable para desarrollar la revolución, conquistar el poder y persistir en la emancipación de la humanidad a través de la dictadura del proletariado y la dirección de partidos comunistas. En su época Marx y Engels, en setiembre de 1879, desenmascararon la esencia reformista y burguesa del programa sustentado en el llamado “Examen retrospectivo del movimiento socialista”, artículo escrito entre otros por E. Bernstein, el más tarde pontífice del viejo revisionismo:

“El reproche especial que aquí se le hace a Schweitzer es el de haber achatado el lassalleanismo, considerado aquí como un movimiento burgués democrático-filantrópico, reduciéndolo al nivel de una lucha unilateral de los obreros industriales por sus intereses. Pero, en realidad, resulta que Schweitzer acható el movimiento, haciéndolo más profundo, al darle el carácter de lucha de clases de los obreros industriales contra la burguesía. Más adelante se le reprocha el ‘haber ahuyentado a la democracia burguesa’. Pero, ¿qué tiene que hacer la democracia burguesa en las filas del Partido Socialdemócrata? (léase Partido Comunista) Si la democracia burguesa está integrada por ‘personas honradas’, no puede desear el ingreso en el Partido; y si a pesar de ello desea ingresar en él, sólo puede ser para hacer daño.
[…]
Así, pues, según estos señores, el Partido Social demócrata no debe ser un partido unilateralmente obrero, sino el partido universal ‘de todas las personas de verdaderos sentimientos humanitarios’. Y para demostrarlo, debe renunciar ante todo a las groseras pasiones proletarias y, dirigido por burgueses cultos y de sentimientos filantrópicos, ‘adquirir gustos finos’ y ‘aprender buenos modales’ (Pág.85). Entonces, los ‘toscos modales’ de ciertos lideres serán sustituidos por distinguidos ‘modales burgueses’ (¡como si la indecorosidad externa de aquellos a quienes se alude no fuese el menor de los defectos que se les puede imputar!).Entonces, tampoco tardarán en aparecer ‘numerosos partidarios procedentes de las clases cultivadas y ricas. Son estos elementos los que deben ser atraídos ante todo...si se quiere que la propaganda alcance éxitos tangibles’. El socialismo alemán ‘ha atribuido demasiada importancia a la conquista de las masas, a la vez que ha descuidado la propaganda enérgica (!) entre las llamadas capas altas de la sociedad’. Pero ‘al partido aún le faltan personas que pueden representarlo en el Reichstag’, y ‘es deseable, e incluso necesario, que las credenciales sean entregadas a personas que tengan tiempo y posibilidades de estudiar a fondo los problemas. Los simples obreros y los pequeños artesanos... sólo muy excepcionalmente pueden disponer del ocio necesario’. Así que, ¡elegid a los burgueses!
En una palabra, la clase obrera no es capaz de lograr por sí misma su emancipación. Para ello necesita someterse a la dirección de burgueses ‘cultivados y ricos’, pues sólo ellos ‘tienen tiempo y posibilidades’ de llegar a conocer lo que puede ser útil para los obreros. En segundo lugar, la burguesía no debe ser atacada en ningún caso, sino conquistada mediante una propaganda enérgica.
Pero si nos proponemos conquistar a las capas altas de la sociedad, o por lo menos a sus elementos bien intencionados en modo alguno debemos asustarlos. Y aquí es donde los tres de Zurich creen haber hecho un descubrimiento tranquilizador:
‘Precisamente ahora, bajo la presión de la ley contra los socialistas, el partido demuestra que no tiene la intención de recurrir a la violencia e ir a una revolución sangrienta, sino que por el contrario, está dispuesto... a seguir el camino de la legalidad, es decir, el camino de las reformas’. De este modo, si 500 o 600,000 electores socialdemócratas (la décima o la octava parte del censo electoral), dispersos, además, por todo el país, son lo bastante sensatos para no romperse la cabeza contra un muro y para no lanzarse, en la proporción de uno contra diez, a una ‘revolución sangrienta’, eso demuestra que han renunciado para siempre a utilizar cualquier gran acontecimiento de la política exterior y el ascenso revolucionario por él provocado, e incluso la victoria lograda por el pueblo en el conflicto que pueda producirse sobre esta base. Si alguna vez Berlín vuelve a dar pruebas de su incultura con otro 18 de marzo *, la socialdemocracia no participará en la lucha, como ‘cualquier chusma ansiosa de lanzarse a las barricadas’ (pág.88), sino que ‘seguirá el camino de la legalidad’, apaciguará la insurrección, retirará las barricadas y, en caso necesario, marchará con el glorioso ejército contra la masa unilateral, grosera e inculta. Y si esos caballeros afirman que no era tal la intención de sus palabras, ¿qué era, pues, lo que querían decir?
Pero aún falta lo mejor.
‘Cuanto más sereno, objetivo y circunspecto sea el partido en su crítica al orden actual y en sus propuesta de reforma, menos posibilidades habrá de que se repita la jugada, que ahora ha tenido éxito (al dictarse la ley contra los socialistas), y gracias a la cual la reacción consciente ha logrado meter en un puño a la burguesía, intimidada por el fantasma rojo’ (pág. 88).
Para liberar a la burguesía de toda sombra de temor, hay que demostrarle clara y palpablemente que el fantasma rojo no es más que eso, un fantasma que no existe en la realidad. Pero el secreto del fantasma rojo está precisamente en el miedo de la burguesía a la inevitable lucha a vida o muerte que tiene que librarse entre ella y el proletariado, está en el temor al inevitable desenlace de la actual lucha de clases. Acabemos con la lucha de clases y la burguesía, lo mismo que ‘todas las personas independientes’, ‘no temerá marchar del brazo con el proletariado’. Pero éste será precisamente quien se quede con un palmo de narices.
Por lo tanto, el partido debe demostrar con su acatamiento y humildad que ha renunciado para siempre a ‘los despropósitos y a los excesos’ que dieron pie a la promulgación de la ley contra los socialistas. Si promete voluntariamente no salirse del marco de esa ley, Bismarck y la burguesía serán naturalmente tan amables que la abolirán, pues ya no será necesaria.
‘Entiéndasenos bien’; nosotros no queremos ‘renunciar a nuestro partido ni a nuestro programa, pero consideramos que tenemos trabajo para muchos años si aplicamos todas nuestras fuerzas y todas nuestras energías a lograr ciertos objetivos inmediatos, que deben ser conseguidos por encima de todo antes de ponernos a pensar en tareas de mayor alcance’. Y entonces, los burgueses, los pequeño burgueses y los obreros, que ‘ahora se asustan...de nuestras reivindicaciones de largo alcance’, vendrán a nosotros en masa.
No se renuncia al programa; lo único que se hace es aplazar su realización... por tiempo indefinido. Se acepta el programa, pero esta aceptación no es en realidad para sí mismo, para seguirlo durante la vida de uno, si no únicamente para dejarlo en herencia a los hijos y a los nietos. Y mientras tanto, ‘todas las fuerzas y todas las energías’ se dedican a futilidades sin cuento y a un remiendo miserable del régimen capitalista, para dar la impresión de que se hace algo, sin asustar al mismo tiempo a la burguesía.
[…]
Tal es el programa de los tres censores de Zurich. Es de una claridad meridiana, sobre todo para nosotros, que desde 1848 conocemos al dedillo todos esos tópicos. Aquí tenemos a unos representantes de la pequeña burguesía llenos de miedo ante la idea de que los proletarios, impulsados por su posición revolucionaria, puedan ‘llegar demasiado lejos’. En lugar de una oposición política resuelta, mediación general; en lugar de la lucha contra el gobierno y la burguesía, intentos de convencerlos y de atraerlos; en lugar de una resistencia encarnizada a las persecuciones de arriba, humilde sumisión y reconocimiento de que el castigo ha sido merecido. Todos los conflictos impuestos por la necesidad histórica se interpretan como malentendidos y se da carpetazo a todas las discusiones con la declaración de que en lo fundamental todos estamos de acuerdo. Los que en 1848 actuaban como demócratas burgueses pueden llamarse hoy socialdemócratas sin ningún reparo. Lo que para los primeros era la república democrática es para los segundos la caída del régimen capitalista: algo perteneciente a un futuro muy remoto, algo que no tiene absolutamente ninguna importancia para la política del momento presente, por lo que puede uno entregarse hasta la saciedad a la mediación, a las componendas y a la filantropía. Exactamente lo mismo en cuanto a la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía. Se la reconoce en el papel, porque ya es imposible negarla, pero en la práctica se la difumina, se la diluye, se la debilita. El Partido Socialdemócrata no debe ser un Partido de la clase obrera, no debe despertar el odio de la burguesía ni de nadie. Lo primero que debe hacer es realizar una propaganda enérgica entre la burguesía; en vez de hacer hinca pie en objetivos de largo alcance, que asustan a la burguesía y que de todos modos no han de ser conseguidos por nuestra generación, mejor será que concentre todas sus fuerzas y todas sus energías en la aplicación de reformas remendonas pequeñoburguesas, que habrán de convertirse en nuevos refuerzos del viejo régimen social, con lo que, tal vez, la catástrofe final se transformara en un proceso de descomposición que se lleve a cabo lentamente, a pedazos y, en la medida de lo posible, pacíficamente. Esa gente es la misma que, son capa de una febril actividad, no sólo no hace nada ella misma, sino que trata de impedir que, en general, se haga algo más que charlar; son los mismos que en 1848 y 1849, con su miedo a cualquier acción, frenaban el movimiento a cada paso y terminaron por conducirlo a la derrota; los mismos que nunca advierten la reacción y se asombran extraordinariamente al hallarse en un callejón sin salida, donde la resistencia y la huida son igualmente imposibles; los mismos que se empeñan en aprisionar la historia en su estrecho horizonte de filisteos, y de los cuales la historia jamás hace el menor caso, pasando invariablemente al orden del día.
Por lo que respecta a sus convicciones socialistas, ya han sido bastante criticadas en el manifiesto del Partido Comunista, en el capítulo donde se trata del socialismo alemán o socialismo ‘verdadero’**. Cuando la lucha de clases se deja a un lado como algo fastidioso y ‘grosero’, la única base que le queda al socialismo es el ‘verdadero amor a la humanidad’ y unas cuantas frases hueras sobre la ‘justicia’.
[...]
En cuanto a nosotros, y teniendo en cuenta todo nuestro pasado, no nos queda más que un camino. Durante cerca de cuarenta años hemos venido destacando la lucha de clases como fuerza directamente propulsora de la historia, y particularmente la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado como la gran palanca de la revolución social moderna. Esta es la razón de que no podamos marchar con unos hombres que pretenden extirpar del movimiento esta lucha de clases. Al ser fundada la Internacional, formulamos con toda claridad su grito de guerra: la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos. No podemos, por consiguiente, marchar con unos hombres que declaran abiertamente que los obreros son demasiado incultos para emanciparse ellos mismos, por lo que tienen que ser liberados desde arriba, por los filántropos de la gran burguesía y de la pequeña burguesía.”


* Se refiere a la lucha revolucionaria de barricadas que tuvo lugar en Berlín el 18 y 19 de marzo de 1848.

** Ver Manifiesto, capítulo III, punto c).




¡ELECCIONES, NO!
¡GUERRA POPULAR, SÍ!

Comité Central
Partido Comunista del Perú
1990

martes, 22 de enero de 2013

DICTADURA DEL PROLETARIADO - Presidente Mao Tse-Tung


SOBRE EL SOCIALISMO Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
(3 – Presidente Mao Tse-tung)

El Presidente Mao Tse- tung en su elevación del marxismo a una nueva, tercera y superior etapa ha desarrollado extraordinariamente el socialismo científico como teoría y practica de la revolución, principalmente con su inmarcesible desarrollo de la gran revolución cultural proletaria. Así, el Presidente Mao con la revolución cultural proletaria, como continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado, profundizo y desarrollo grandiosamente la cuestión fundamental del socialismo y la dictadura del proletariado; estableció la forma como desarrollar la revolución, en las condiciones de la sociedad socialista y bajo el Estado de dictadura del proletariado, para proseguir la marcha inexorable hacia el comunismo.
Veamos puntos y situaciones que llevaron a esta conclusión trascendente. Sobre la revolución, en “Sobre la camarilla contrarrevolucionaria de Ju Feng”, el Presidente Mao escribió:

“Excepto la revolución que sustituyo a la comunidad primitiva por la esclavitud, es decir, que reemplazó un sistema en el que no existía la explotación por otro de explotación, todas las demás revoluciones del pasado concluyeron en el reemplazo de un sistema de explotación por otro. Para ellas no era necesario ni posible aplastar definitivamente la contrarrevolución. Sólo nuestra revolución, la revolución de las masas populares dirigida por el proletariado y el Partido Comunista, tiene como meta la eliminación definitiva de todos los sistemas de explotación y todas las clases”.

Y sobre la “regla universal” de primero tomar el Poder para transformar la sociedad:

“Desde el punto de vista de la historia mundial, la revolución burguesa y el establecimiento de Estados burgueses tuvieron lugar antes y no luego de la revolución industrial. Aquí también la superestructura tuvo que ser transformada primero y el aparato de Estado puesto en su lugar antes que fuesen propagadas las ideas que permitían adquirir el poder real. Resulto de ello un sacudimiento profundo de las relaciones de producción. Cuando las nuevas relaciones de producción fueron bien establecidas, abrieron la vía al desarrollo de las fuerzas productivas. Pero un gran desarrollo de las fuerzas productivas proviene siempre de la transformación de las relaciones de producción. Tomemos el ejemplo de la historia del desarrollo del capitalismo. Al comienzo no hubo sino: un simple reagrupamiento de actividades; luego se crearon fábricas y talleres artesanales. En este estadio se establecieron las relaciones de producción capitalistas, pero los talleres artesanales no eran todavía la producción mecanizada. Las relaciones de producción capitalistas hicieron nacer necesidades de transformaciones técnicas, creando así las condiciones para la utilización de máquinas. En Inglaterra, la revolución industrial (fines del siglo XVIII- comienzos del siglo XIX) se produce luego de la revolución burguesa (que tuvo lugar después del siglo XVII). Igualmente en Alemania, Francia, Estados Unidos y Japón, el gran desarrollo industrial capitalista no comenzó si no luego de la transformación de la superestructura y de las relaciones de producción, transformación cuya forma varió según los países.
Primeramente crear opinión pública y apoderarse del poder político. Resolver el problema de los sistemas de propiedad luego, para llegar por fin a un gran desarrollo de las fuerzas productivas, he aquí la regla universal. Sobre tal punto, la revolución proletaria y la revolución burguesa se parecen fundamentalmente a pesar de ciertas diferencias. (Las relaciones de producción socialistas, por ejemplo, no existían antes de la revolución proletaria, mientras que las relaciones de producción capitalistas comenzaron a desarrollarse en la sociedad feudal.” (“Notas de lectura sobre el ‘Manual de Economía Política’ de la Unión Soviética”).

Así como sobre la necesidad de demoler la vieja superestructura para abolir las antiguas relaciones de producción:

“La historia de todas las revoluciones ha probado que no era necesario tener previamente desarrolladas las fuerzas productivas en su plenitud para poder transformar las relaciones de producción envejecidas. La revolución China comenzó por la propagación del marxismo. Gracias a esta propagación, nació una nueva opinión pública, facilitando así la revolución. Es necesario antes que nada demoler la antigua superestructura por la revolución para que las antiguas relaciones de producción puedan ser abolidas. Es después de la eliminación de éstas que se pueden crear nuevas relaciones de producción, abriendo una vía al desarrollo de las fuerzas productivas de la nueva sociedad. Solamente luego se puede desarrollar una gran revolución tecnológica, para desarrollar vigorosamente las fuerzas productivas, continuando al mismo tiempo la transformación de las relaciones de producción y las ideologías. El Manual no habla de las premisas materiales y no aborda más que raramente la superestructura.
Es decir el Estado de clase, la filosofía de clase y las ciencias de clase. La ciencia económica tiene por principal objeto de estudio las relaciones de producción. Pero es difícil separar la economía política y la concepción materialista de la historia. Es difícil explicar claramente los problemas relativos a la base económica y a las relaciones de producción sin tener en cuenta los problemas concernientes a la superestructura.” (Ibídem).

En cuanto a cómo surgió la Nueva China:

“Nuestra República Popular no fue formada de la noche a la mañana, sino que se desarrolló poco a poco partiendo de las bases revolucionarias. Algunas personalidades demócratas se han templado también en la lucha, en mayor o menor grado, y sufrieron junto a nosotros tribulaciones y penas. Algunos intelectuales se templaron en la lucha contra el imperialismo y las fuerzas reaccionarias, y muchos de ellos pasaron, después de la Liberación, por un proceso de transformación ideológica encauzada a trazar una clara distinción entre nosotros y el enemigo. La consolidación de nuestro Estado se debe, además, al hecho de que las medidas económicas que adoptamos son básicamente acertadas, a que la vida del pueblo es segura y mejora gradualmente, a que nuestra política respecto a la burguesía nacional y otras clases es asimismo correcta, etc.” (“Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo”).

Y en cuanto a la dictadura y sus funciones:

“Nuestro Estado es un Estado de dictadura democrática popular, dirigido por la clase obrera y basado en la alianza obrero-campesina. ¿Cuáles son las funciones de esta dictadura? Su primera función es reprimir dentro del país a las clases y elementos reaccionarios y a los explotadores que oponen resistencia a la revolución socialista, reprimir a los que sabotean la edificación socialista, es decir, resolver las contradicciones entre nosotros y el enemigo dentro del país. En esta esfera de nuestra dictadura están incluidas, por ejemplo, la detención y la condena a ciertos contrarrevolucionarios y, durante un determinado tiempo, la privación de derechos electorales y libertad de palabra a los terratenientes y los elementos de la burguesía burocrática. Para mantener el orden social y defender los intereses de las grandes masas populares, es igualmente necesario ejercer la dictadura sobre los ladrones, estafadores, asesinos, incendiarios, las bandas de malhechores y los diversos elementos perniciosos que violan seriamente el orden social. La dictadura tiene además otra función: defender nuestro país contra las actividades subversivas y la posible agresión de los enemigos exteriores. Cuando surge tal situación, la dictadura tiene a su cargo la tarea de resolver las contradicciones entre nosotros y el enemigo del exterior. El objetivo de la dictadura consiste en proteger a todo el pueblo para que pueda trabajar en paz y transformar a China, mediante la construcción, en un país socialista con una industria, una agricultura, una ciencia y una cultura moderna. ¿Quiénes ejercen la dictadura? Naturalmente, la clase obrera y el pueblo entero dirigido por ésta. La dictadura no se aplica dentro del pueblo. El pueblo no puede ejercer la dictadura sobre si mismo, ni una parte del pueblo puede oprimir a otra. Los que, en el seno del pueblo, violan las leyes, también deben ser castigados con arreglo a la ley, pero entre esto y la dictadura que reprime a los enemigos del pueblo existe una diferencia de principios. Dentro del pueblo se practica el centralismo democrático.” (Ibídem).

Y en lo referente a libertad y democracia:

“En realidad, en el mundo sólo hay libertad y democracia concretas, y no existen libertad ni democracia abstractas. En una sociedad donde existe lucha de clases, si hay libertad para que las clases explotadoras exploten al pueblo trabajador, no hay libertad para que éste no sea explotado; si hay democracia para la burguesía, no la hay para el proletariado y el resto del pueblo trabajador. En algunos países capitalistas también se permite la existencia legal de los Partidos Comunistas, pero únicamente en la medida en que esto no pone en peligro los intereses fundamentales de la burguesía; no esta permitida mas allá de ese limite. Los que piden libertad y democracia en abstracto creen que la democracia es un fin y no un medio. A veces la democracia parece un fin, pero en realidad es solo un medio. El marxismo nos enseña que la democracia forma parte de la superestructura y pertenece a la categoría de la política. Esto significa que, en fin de cuentas, la democracia sirve a la base económica. Lo mismo ocurre con la libertad. Tanto la democracia como la libertad son relativas y no absolutas, han surgido y se desarrollan en el curso de la historia. En el seno del pueblo, la democracia es correlativa con el centralismo, y la libertad, con la disciplina. Son dos aspectos opuestos de un todo único, contradictorios y a la vez unidos. No debemos recalcar unilateralmente uno de ellos negando el otro. En el seno del pueblo, no se puede prescindir de la libertad, tampoco se puede excluir la disciplina; no se puede prescindir de la democracia, tampoco se puede excluir el centralismo. Tal unidad de democracia y centralismo, de libertad y disciplina, constituye nuestro centralismo democrático. Bajo este sistema, el pueblo disfruta de una democracia y una libertad amplia, pero al mismo tiempo debe mantenerse dentro de los límites de la disciplina socialista. Esta verdad la comprenden bien las grandes masas populares.” (Ibídem).

Mas ya en marzo del 49 el Presidente Mao dijo:

“Triunfar en todo el país es solo el primer paso de una larga marcha de diez mil li. Este paso, aunque sea digno de nuestro orgullo, resulta relativamente minúsculo; lo que aun está por venir será mucho más digno de nuestro orgullo. La victoria de la revolución democrática popular de China, mirada retrospectivamente después de varios decenios, parecerá solo el breve prólogo de un largo drama. Un drama comienza por el prólogo, pero el prólogo no es la culminación. La revolución China es grandiosa, pero después de la revolución, el camino será aun mas largo y nuestra tarea, aún mas grandiosa y mas ardua”.

Así como en “Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo”, su gran obra de febrero del 57, especificó:

“Pero nuestro sistema socialista acaba de instaurarse; aún no esta cabalmente establecido ni consolidado por completo”. Y: “Toda cosa nueva experimenta dificultades y reveses en su crecimiento. Sueña quien crea que la causa del socialismo es como navegar viento en popa, empresa de éxito fácil en la que no se tropieza con dificultades ni se sufren reveses ni se requieren inmensos esfuerzos”.

En este mismo texto se reafirma la lucha de clases en el socialismo, y principalmente se sienta que en definitiva no esta resuelto quién vencerá a quien; esto es si el socialismo o el capitalismo vencerá políticamente, es decir en la lucha de clases actualmente en desarrollo, pues históricamente, en perspectiva, el socialismo necesariamente se impondrá; vencerá ineluctablemente:

“En China, aunque en lo fundamental se ha consumado la transformación social es la de la propiedad y han terminado las vastas y tempestuosas luchas de clase de las masas, características de los anteriores períodos revolucionarios, subsisten remanentes de las clases derrocadas: la clase terrateniente y la burguesía compradora; subsiste la burguesía, y la transformación de la pequeña burguesía solo acaba de empezar. La lucha de clases no ha terminado. La lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, entre las diferentes fuerzas políticas y entre el proletariado y la burguesía en el terreno ideológico, será aun larga, tortuosa y a veces incluso muy enconada. El proletariado aspira a transformar el universo según su concepción del mundo, y la burguesía, según la suya. A este respecto, aun no ha sido resuelta en definitiva la cuestión de quien vencerá: el socialismo o el capitalismo.”

En “Discurso ante la Conferencia Nacional del Partido Comunista de China sobre el trabajo de propaganda”, febrero de 1957, el Presidente Mao trata sobre las grandes transformaciones que genera el socialismo, su consolidación gradual, su necesidad de un largo período histórico para consolidarse y la seguridad de construir un Estado socialista:

“Estamos viviendo un período de grandes cambios sociales. Durante un largo tiempo la sociedad China ha estado sufriendo grandes transformaciones. La Guerra de Resistencia contra el Japón fue una de ellas y, la otra, la Guerra de Liberación. Pero el carácter del cambio actual es mucho mas profundo que el de los anteriores. Estamos ahora construyendo el socialismo. Cientos de millones de personas participan en el movimiento de transformación socialista. Las relaciones de clase están cambiando en todo el país. La pequeña burguesía agrícola y artesanal y la burguesía de la industria y el comercio han sufrido ambas un cambio. Se ha transformado el sistema económico de la sociedad; la economía individual es ahora economía colectiva y la propiedad privada capitalista esta siendo transformada en propiedad publica socialista. Cambios de tal magnitud, por supuesto se reflejan en la mentalidad de la gente. La existencia social del hombre determina su conciencia. La gente de diferentes clases, estratos y grupos sociales reaccionan de diverso modo ante los grandes cambios de nuestro sistema social. Las grandes masas del pueblo vehementemente los apoyan, dado que la vida misma confirmó que el socialismo es el único camino para China. Eliminar el antiguo sistema social y establecer uno nuevo, el sistema del socialismo, es una gran batalla, un gran cambio en el sistema social y en las relaciones de los hombres entre si. Debe decirse que, básicamente, la situación es saludable. Pero el nuevo sistema social recién ha sido establecido y requiere tiempo para su consolidación. No debe suponerse que el nuevo sistema puede ser totalmente consolidado en el mismo momento en que se implanta, porque eso es imposible. La consolidación debe ser gradual. Para lograr su firmeza final es necesario no sólo llevar a cabo la industrialización socialista del país y perseverar en la revolución socialista en el frente económico, sino también sostener constante y ardua lucha revolucionaria socialista y poner en ejecución la educación socialista en los frentes político e ideológico. Además, se requiere la contribución de diversos factores internacionales. En China la lucha para consolidar el sistema socialista, la lucha para decidir cual prevalecerá: el socialismo o el capitalismo, cubrirá un largo período histórico. Pero todos debemos advertir que este nuevo sistema del socialismo, incuestionablemente se consolidara. Con toda seguridad podemos construir un Estado socialista con moderna industria, moderna agricultura, y modernas ciencia y cultura.”

Otro problema sustantivo de la cuestión fundamental analizada, socialismo y dictadura del proletariado, es la construcción y desarrollo del socialismo; sobre éste el maoísmo parte de:

“¿qué pasara si nuestro país no establece una economía socialista? Se convertirá en un país revisionista, de hecho en un Estado burgués, y la dictadura del proletariado se transformara en dictadura de la burguesía; es mas, en una dictadura reaccionaria y fascista. Este es un problema que merece nuestra alta vigilancia y espero que los camaradas reflexionen seriamente sobre él”. “En cuanto a la construcción de una poderosa economía socialista, China requiere, no ya 50 años, sino cien o un tiempo aún más largo. En su país (Inglaterra), el desarrollo del capitalismo llevó varios centenares de años. Quedo fuera de la cuenta el siglo XVI, que forma parte de la Edad Media. Del siglo XVII hasta ahora, ya han pasado más de 360 años. En nuestro país, la construcción de una poderosa economía socialista, según mi cálculo, requerirá más de una centuria”.
“Más de tres siglos de desarrollo han necesitado las fuerzas productivas del capitalismo para llegar a lo que son hoy día. En comparación con el capitalismo, el socialismo tiene muchas ventajas. El desarrollo económico de nuestro país será mucho más rápido que el de los países capitalistas. Sin embargo, China tiene una inmensa población, su base es débil y su economía atrasada”.
“Si se emplearon tres siglos y varios decenios para construir una poderosa economía capitalista, ¿qué tiene de malo construir una poderosa economía socialista en nuestro país en un período de unos 50 a unos 100?”.

Y llama a pensar en que:

“Respecto a la construcción socialista, aún actuamos muy a ciegas. Para nosotros, la economía socialista es, en muchos aspectos, un incógnito reino de la necesidad”.

Así como, por otro lado, establece:

“¿Socialismo o comunismo? ¿En qué momento se puede decir que ha acabado la construcción del socialismo? Hemos formulado dos criterios:
1.      La conclusión de la construcción del socialismo se manifiesta por la aplicación general del sistema socialista de propiedad de todo el pueblo.
2.      Cuando el sistema de propiedad de todo el pueblo haya reemplazado al sistema de propiedad colectiva de las comunas populares.
Ciertos camaradas no están de acuerdo en distinguir ambos sistemas de propiedad. Pretenden que en las comunas populares sólo existe el sistema de propiedad de todo el pueblo. En realidad hay dos sistemas: Uno es el sistema de propiedad de todo el pueblo del tipo Aceria de Anshan, el otro es el sistema de propiedad de la gran colectividad de la comuna popular.
Si se ignora esto, ¿para qué sirve entonces la edificación socialista? Stalin trazó la línea de demarcación entre los dos sistemas y preconizó tres condiciones para pasar al comunismo. Dichas tres condiciones fundamentales no son malas.
Las dos primeras pueden ser resumidas como sigue:
1) aumento de la producción social; 2) pasaje del sistema de propiedad colectiva al sistema de propiedad de todo el pueblo; sustitución del sistema de intercambio de mercancías por un sistema de intercambio de productos; pasaje de la etapa del valor de cambio a la etapa del valor de uso. En China las dos condiciones significan: 1) aumentar enérgicamente la producción y desarrollar simultáneamente la industria y la agricultura, siempre conservando el principio de crecimiento preferencial de la industria pesada; 2) llevar el sistema de propiedad de la pequeña colectividad al nivel de sistema de propiedad de todo el pueblo. Quienes entre nosotros trazan líneas demarcatorias y pretenden que ya entramos en la era del sistema de propiedad de todo el pueblo se equivocan.

La tercera condición fijada por Stalin concierne a la cultura: preconiza un incremento de la educación física y de la educación de todo el pueblo. Para alcanzar este objetivo, Stalin propone cuatro medidas: 1) la jornada de trabajo de seis horas; 2) la institucionalización de la educación politécnica; 3) el mejoramiento de las condiciones de vivienda; 4) el aumento de salarios y la disminución de los precios.
Las tres condiciones de Stalin son excelentes, pero falta una condición político-ideológica. Dichas condiciones, citadas arriba, tienden esencialmente a aumentar la producción. Una abundancia muy grande de producción facilita, en efecto, el pasaje del sistema de producción colectiva al sistema de propiedad de todo el pueblo. Pero para aumentar la producción es preciso producir más, mas rápidamente, mejor y de una manera más económica. Y si se quiere llegar a ese resultado es preciso poner la política en el puesto de mando y esforzarse para alcanzar simultáneamente los cuatro objetivos: cantidad, rapidez, calidad, economía. También es preciso lanzar movimientos de rectificación para destruir la ideología del poder legal de la burguesía.
Sumar una forma de estructura tal como la comuna popular a un país como China es volver más fácil la realización de los cuatro objetivos: cantidad, rapidez, calidad, economía.
¿Cuál es la significación del sistema general de propiedad de todo el pueblo? Este sistema significa: 1) que los medios de producción de la sociedad pertenecen a todo el pueblo; 2) que los productos de la sociedad pertenecen a todo el pueblo.
¿Cuál es la naturaleza de la comuna popular? Es la unidad de base de la estructura social China que agrupa obreros, campesinos, soldados, intelectuales y comerciantes. Actualmente constituye la organización administrativa de base.
En cuanto a la milicia, está destinada a enfrentar al extranjero, particularmente al imperialismo.
La comuna popular es la mejor forma de organización para la realización de los dos pasajes: el pasaje del socialismo de hoy al sistema general de propiedad de todo el pueblo, y el pasaje del sistema general de propiedad de todo el pueblo al comunismo. Luego de estos pasajes, la comuna popular constituirá la estructura de base de la sociedad comunista.” (“Sobre ‘Problemas económicos del socialismo en la URSS’ de Stalin”).

Y sobre mercancía, valor y planificación:

“Si desarrollamos sensiblemente la producción mercantil, no es teniendo como objetivo un beneficio, sino en el interés del campesinado, de la alianza entre los obreros y los campesinos, del desarrollo de la producción”. “Luego de las campañas de rectificación contra los derechistas, el trabajo no es más una mercancía. No se trabaja más para obtener dinero sino para servir al pueblo. Esto es posible solamente si el trabajo no es más una mercancía”. “La ley del valor no desempeña un poder regulador. Este papel lo juega la planificación y el principio que consiste en poner la política en el puesto de mando. En la sociedad China, la ley del valor no desempeña un papel regulador, es decir un papel decisivo. Lo que juega un papel decisivo en la producción es la planificación.” (“Notas sobre ‘Problemas económicos del socialismo en la URSS’”).

Y:

“En el dominio del trabajo de planificación, si rehusamos hacer un balance y adoptamos la política de dejar hacer, si nos mostramos demasiado prudentes y excluimos toda audacia, se termina por destruir el desarrollo proporcionado. Estos métodos de trabajo son ambos erróneos. Un plan es una ideología. La ideología es el reflejo de una realidad y ella actúa sobre la realidad...Ello muestra claramente que cosas como los planes, que forman parte de las ideologías, tienen una gran influencia sobre el progreso o la ausencia de progreso de la economía, tanto como el ritmo de desarrollo económico.” (“Notas de lectura sobre el ‘Manual de Economía Política’ de la URSS”).

Y combatiendo la posición revisionista de los “estímulos materiales”:

“Algunos dicen que el socialismo debe prestar mayor atención al estimulo material que el capitalismo. ¡Tal tesis no tiene verdaderamente ningún sentido!”
“Considerar la distribución de los medios de consumo como una fuerza motriz decisiva es revisar el punto de vista de Marx...”
Así como: “El Manual prosigue en estos términos: ‘Antes que nada debemos extraer beneficios del factor que es el estimulo material’. Habla como si la actividad creadora de las masas dependiera de los intereses materiales. El Manual no pierde ocasión de hablar de los intereses materiales personales, como si buscara sin cesar llamar a dichos intereses para atraer a la gente. Ello refleja el espíritu de una parte considerable de los cuadros de los servicios económicos y de los cuadros dirigentes. Refleja igualmente una situación en la cual el trabajo político e ideológico no ha retenido suficientemente la atención. En estas condiciones no hay otra salida que apoyarse en los estímulos materiales. La primera mitad de la frase ‘de cada uno según a su capacidad, a cada uno según su trabajo’ se refiere a la necesidad de hacer un esfuerzo máximo por la producción. ¿Por qué entonces recortar dicha frase en dos y hablar de una manera parcial de los estímulos materiales? Si así se publicitan los intereses materiales el capitalismo se convierte en invencible”.
Y además: “Incluso si se admite que el estímulo material es un principio importante no puede ser de ninguna manera el único. Debe haber otro principio: aquél del estimulo del espíritu en el dominio político-ideológico. Además el estímulo material no puede ser tratado únicamente en términos de intereses personales. Debe ser tratado también en términos de intereses colectivos, de primacía de los intereses colectivos sobre los intereses personales, de prioridad de los intereses a largo plazo sobre los intereses provisorios, de primacía de los intereses generales sobre los intereses particulares.” (Ibídem).

Y considerando la vital importancia que para el desarrollo del socialismo tiene el campesinado, recordemos lo dicho por el Presidente Mao ya en el período de la resistencia antijaponesa:

“Durante miles de años, ha reinado entre las masas campesinas la economía individual, en la cual cada familia y hogar constituye una unidad productiva. Esta forma de producción individual, dispersa, fue el cimiento económico del régimen feudal, y hundió a los campesinos en una pobreza perpetua. El único camino para cambiar tal estado de cosas es la colectivización gradual”.

Y en 1953, al establecer las transformaciones socialistas de la agricultura como parte de la línea general:

“Si hablamos de la agricultura, el único camino para la agricultura de nuestro país es el camino socialista”.

Así como al criticar el otorgamiento de tierras predicado por el “Manual”, plantea el método de trabajo con el campesinado:

“Esto significa que el gobierno confisca las tierras para darlas a los campesinos a fin de que ellos puedan redistribuirlas. Se trata aquí de un espíritu de otorgamiento; no se compromete en la lucha de clases ni en los movimientos de masa. Esta concepción es en la realidad una concepción derechista. Nuestro método consiste en apoyarnos en los campesinos pobres, unirnos con los campesinos medios (campesinos medios inferiores) y apoderarnos de las tierra de los terratenientes. El Partido debe asumir la dirección de este proceso sin monopolizar el trabajo. Debemos adoptar una serie de medidas concretas: visitar a los campesinos pobres para encuestarlos sobre sus sufrimientos, reclutar activistas, reunir a todos aquellos que tienen el mismo origen de clase, constituir un núcleo sólido, convocar asambleas para que todos los que sufren cuenten sus sufrimientos, organizar las fuerzas de clase y desatar la lucha de clases.” (El ya citado “Notas...”).

Y sobre la alianza obrero-campesina, sustento de la dictadura del proletariado, y su desarrollo ligado a las transformaciones socialistas de la agricultura:

“Entre nosotros, la alianza de los obreros y de los campesinos pasó ya por dos etapas: la primera fundada sobre la revolución agraria; la segunda fundada en el movimiento de las cooperativas. Sin el movimiento de las cooperativas ciertamente se habría producido una bipolarización del campesinado, impidiendo así la consolidación de la alianza entre los obreros y campesinos tanto como el mantenimiento de una política de compras y ventas agrupadas por el Estado. Es solamente sobre la base de la cooperativización que la política de compras y ventas agrupadas del Estado puede ser mantenida y aplicada. Ahora nuestra alianza obrero-campesina deberá progresar apoyándose en la mecanización. Si no hay más que los movimientos cooperativos y de las comunas populares sin mecanización, la alianza obrero-campesina no podrá consolidarse. En el movimiento de las cooperativas, si no hay más que una pequeña cooperativización, la alianza obrero-campesina no podrá tampoco consolidarse. El movimiento de las cooperativas debe por consiguiente pasar a las comunas populares. Y la propiedad de los equipos de producción de base debe convertirse en propiedad de las comunas populares de base. La propiedad de las comunas populares debe, a su vez, convertirse en propiedad del Estado. Entonces, sobre la base de una combinación de la nacionalización y de la mecanización, nosotros podremos realmente consolidar la alianza obrero-campesina, haciendo desaparecer progresivamente las diferencias entre obreros y campesinos.” (Ibídem).

Así como sobre la transformación de los intelectuales:

“Ahora bien, es preciso transformar no solamente a los intelectuales burgueses sino también a los intelectuales de origen obrero o campesino que en muchos aspectos están influenciados por la burguesía. En el medio literario y artístico esta transformación ha sido demostrada por el caso de Liu Chao-Tang que, convertido en escritor, atacó vigorosamente al socialismo. La concepción del mundo de los intelectuales se manifiesta a menudo en su actitud ante el saber. ¿Este pertenece a ciertos individuos o a todo el mundo? Algunos consideran el conocimiento como su propiedad privada y esperan venderlo al mejor precio. Rehúsan venderlo mientras el precio no sea suficientemente elevado. Ellos son solamente expertos pero no son ‘rojos’. Ellos dicen que el Partido es ‘incompetente’ por lo tanto incapaz de dirigir a los ‘competentes’. Los que trabajan en el cine dicen que el Partido no puede dirigir el cine. Los que hacen danza afirman que el Partido no puede dirigir la danza. Y los que se embarcan en la investigación atómica afirman que el Partido no puede dirigir la investigación científica sobre la energía atómica. En una palabra, el Partido no puede dirigir absolutamente nada.
En el conjunto del proceso de la revolución socialista y de la edificación socialista, la transformación de los intelectuales constituye un problema muy importante. Nos equivocamos si no subrayamos este problema y adoptamos una actitud de compromiso frente a todo lo que es burgués.” (Ibídem).

Y en cuanto al proceso de la humanidad, la gran comprensión dialéctica de concebir el paso del socialismo al comunismo y el desarrollo de éste a través de la revolución:

“Ciertamente, el pasaje al comunismo no significa el derrocamiento de una clase por otra clase. Pero no puede decirse que no sea una revolución social, puesto que la sustitución de una relación de producción por otra relación de producción es un salto cualitativo, es decir una revolución. En China, la transformación de la economía individualista en economía colectiva y la transformación de la economía colectiva en economía de todo el pueblo constituyen revoluciones en el dominio de las relaciones de producción. No se puede decir que la conversión del principio socialista ‘a cada uno según su trabajo’ en el principio comunista ‘a cada uno según su necesidad’ no constituya una revolución en el dominio de las relaciones de producción. Ciertamente, el principio ‘a cada uno según sus necesidades’ será puesto en aplicación progresivamente. Es posible que cuando el aprovisionamiento de artículos de primera necesidad llegue a ser suficiente, nosotros los distribuyamos a cada uno según sus necesidades. Dicha distribución será extendida a otros artículos a medida que las fuerzas productivas se desarrollen.
Tomemos el ejemplo del desarrollo de las comunas populares chinas. En el momento de la conversión del sistema de propiedad en el nivel del equipo de base en sistema de propiedad en el nivel de comuna de base, ¿no se arriesga producir conflictos en una parte de la población? Dicho problema merece ser estudiado. Para realizar esta conversión, una de las condiciones determinantes es que los ingresos que provienen de la economía comunal constituyan más de la mitad de los ingresos globales de la comuna popular. La aplicación del sistema de propiedad en el nivel de la comuna popular de base es provechosa a los miembros ordinarios de la comuna. Por ello estimamos que la inmensa mayoría de la gente no se opondrá a dicho cambio. Pero en el momento del mismo, los antiguos cuadros de los equipos de producción perderán la dirección de dichos equipos y su poder administrativo disminuirá de manera pareja. ¿Se opondrán ellos entonces a dicha transformación?
En dicho proceso de transformación, es posible que surja el problema de ciertos ‘grupos que hayan adquirido privilegios’ y ello a despecho de que en una sociedad socialista las clases hayan sido abolidas. Los miembros de estos grupos, satisfechos del sistema existente, no desearan cambiar. La aplicación de los principios ‘a cada uno según su trabajo’ o ‘ganar más trabajando más’, por ejemplo, les es provechosa. En consecuencia, puede suceder que se sientan mal cuando dichos principios cedan su lugar al principio ‘a cada uno según sus necesidades’… Ahora bien, el establecimiento de todo nuevo sistema exige necesariamente la destrucción del anterior. La construcción sin destrucción no existe. Si se destruye se provoca la oposición de una parte de la gente. El hombre es un animal extraño. Cuando se encuentra en una situación privilegiada se muestra arrogante...No tener en cuenta ello es muy peligroso.” (Ibídem).

Y:

“Aunque no haya guerra en el sistema socialista, la lucha existe siempre, lucha de diferentes sectores en el seno del pueblo. Aunque en el sistema socialista no haya revolución en el curso de la cual una clase derroque a la otra, la revolución existe siempre. El paso del socialismo al comunismo es una revolución. El paso de un estadio a otro estadio del comunismo es también una revolución. Existen igualmente revoluciones técnicas y revoluciones culturales. El comunismo pasará necesariamente por muchos estadios. Habrá por consiguiente muchas revoluciones.”(Ibídem).

Fue en estas condiciones y sobre estas bases que el Presidente Mao Tsetung preparó y dirigió la Gran Revolución Cultural Proletaria, en cuya documentación sustancial estableció:

“La sociedad socialista cubre una etapa histórica bastante larga. Durante la etapa histórica del socialismo, aun existen clases, contradicciones de clase y lucha de clases; existen la lucha entre el camino socialista y el capitalista y el peligro de restauración capitalista. Es preciso comprender lo largo y complicado de esta lucha y elevar nuestra vigilancia. Es necesario realizar la educación socialista. Es necesario comprender y tratar de manera correcta el problema de las contradicciones de clase y de la lucha de clases y distinguir acertadamente las contradicciones entre nosotros y el enemigo de las existentes en el seno del pueblo, y tratarlas de manera correcta. De otro modo, un país socialista como el nuestro, se convertirá en su contrario, degenerara y se producirá la restauración. De ahora en adelante, debemos hablar de esto cada año, cada mes y cada día, de modo que tengamos una comprensión relativamente clara de este problema y sigamos una línea marxista-leninista.”(X Sesión Plenaria del VIII Comité Central del PCCH; 1962).

E invocando “no olvidar jamás las clases y la lucha de clases” en mayo del 63:

“La lucha de clases, la lucha por la producción, y la experimentación científica son los tres grandes movimientos revolucionarios para construir un poderoso país socialista. Estos movimientos constituyen una sólida garantía de que los comunistas se verán libres del burocratismo e inmunes contra el revisionismo y el dogmatismo y permanecerán siempre invencibles. Son una garantía segura de que el proletariado será capaz de unirse con las amplias masas trabajadoras y practicar una dictadura democrática. Si, en ausencia de estos movimientos, se dejase surgir a los terratenientes, campesinos ricos, contrarrevolucionarios, elementos nocivos y otros monstruos, y frente a esto nuestros cuadros cerrasen los ojos e incluso, en muchos casos, no distinguieran entre los enemigos y nosotros, sino que colaboraran con ellos y quedaran corrompidos y desmoralizados; si con ello nuestros cuadros fueran arrastrados al campo enemigo o el enemigo lograra colarse en nuestras filas, y si muchos de nuestros obreros, campesinos e intelectuales fueran dejados indefensos ante las tácticas blandas y las duras del enemigo, entonces no haría falta mucho tiempo, tal vez solo algunos años o una década, o varias décadas a lo sumo, para que se produjera inevitablemente una restauración contrarrevolucionaria en escala nacional, el partido marxista-leninista se transformara en partido revisionista o partido fascista y toda China cambiará de color.”

Así como el punto 17 de la “Proposición acerca de la línea general del Movimiento Comunista Internacional”, de junio 63, documento redactado bajo dirección personal del Presidente Mao:

“La continuación de la lucha de clases durante un largo período histórico después de la toma del Poder por el proletariado, constituye una ley objetiva, independiente de la voluntad del hombre, sólo que la forma de la lucha de clases difiere de lo que era antes de la toma del Poder.
Después de la Revolución de Octubre, Lenin señaló en repetidas ocasiones:
Los explotadores derrocados tratan siempre, y en mil formas, de recobrar el ‘paraíso’ que les ha sido arrebatado.
En la atmósfera pequeñoburguesa, se engendran constantemente, por un proceso espontáneo, nuevos elementos capitalistas.
Debido a la influencia burguesa, así como al cerco y la actividad corruptora del ambiente pequeñoburgués, también pueden surgir elementos degenerados, o nuevos burgueses, en las filas de la clase obrera y entre los funcionarios de las instituciones del Estado.
El cerco capitalista internacional, la amenaza de intervención armada y las intrigas de descomposición pacífica por parte del imperialismo, constituyen las condiciones exteriores de la continuación de la lucha de clases en los países socialistas.
La vida ha confirmado estas conclusiones de Lenin.
En ningún país socialista, aunque hayan pasado decenios e incluso más tiempo después de la industrialización socialista y la colectivización de la agricultura, puede decirse que ya no existen lacayos burgueses, parásitos, especuladores, pillos, tunantes, maleantes, desfalcadores de fondos públicos y otros elementos por el estilo, gentes que Lenin denunció con energía y en repetidas ocasiones; ni tampoco se puede decir que a los países socialistas ya no les hace falta cumplir o que ya les es posible abandonar la tarea, planteada por Lenin, de ‘vencer ese contagio, esa peste, esa llaga que el socialismo hereda del capitalismo.’
En los países socialistas, se requiere un largo período histórico para resolver gradualmente la cuestión de ‘quién vencerá a quien’ –el socialismo o el capitalismo. La lucha entre el camino del socialismo y el del capitalismo abarca todo este período histórico. Esta lucha a veces se intensifica y a veces se calma, transcurre a modo de ondas, y en ocasiones incluso se vuelve muy violenta. Sus formas son variadas.
La Declaración de 1957 dice muy bien: ‘para la clase obrera, la toma del Poder no es más que el comienzo de la revolución, y no su coronamiento.’
Es erróneo y contrario a la realidad objetiva y al marxismo-leninismo negar la existencia de la lucha de clases en el período de la dictadura del proletariado y negar la necesidad de llevar hasta el fin la revolución socialista en los frentes económico, político e ideológico.”

En tanto que el 64 reiteraba:

“Se requiere un período muy dilatado para resolver la lucha de quién vencerá a quién: el socialismo o el capitalismo, en los frentes político e ideológico. Para conseguir el éxito no bastan unos decenios, se necesitarán de cien a centenas de años. En cuanto al tiempo, más vale prepararse para un período largo’ y no para uno corto; en cuanto al trabajo, más vale considerar la tarea como difícil que como fácil. Pensar y actuar de esta manera resulta más provechoso y menos perjudicial”

Y el año 65:

“El blanco principal del actual movimiento son los elementos con poder seguidores del camino capitalista dentro del Partido”.
“Entre los elementos con poder seguidores del camino capitalista, algunos actúan sobre el escenario mientras otros operan entre bastidores”
Apoyándolos “hay algunas gentes a nivel superior –en las comunas, territorios, distritos, prefecturas, e incluso a nivel provincial y en departamentos centrales- que se oponen a la construcción del socialismo.”

El poderoso desarrollo de la Gran Revolución Cultural Proletaria comenzó en 1966; en el hito inicial de la misma, la “Circular del Comité Central del Partido Comunista de China”, mayo 66, el Presidente Mao escribió párrafos sustantivos. Refiriéndose a los representantes de la burguesía:

“Existe un número de tales representantes en el Comité Central del Partido y en los organismos partidarios, gubernamentales y otros a los niveles central, provincial, municipal y de región autónoma”.

Y:

“¿Acaso se puede permitir igualdad alguna en los problemas fundamentales como la lucha del proletariado contra la burguesía, la dictadura del proletariado sobre la burguesía, la dictadura del proletariado en la superestructura -incluidos los diversos terrenos de la cultura-y los incesantes esfuerzos del proletariado por depurar al Partido Comunista de los representantes de la burguesía infiltrados en sus filas, los cuales agitando ‘banderas rojas’, combaten la bandera roja? Los viejos socialdemócratas durante las últimas décadas, y los revisionistas contemporáneos desde hace más de diez años, jamás han permitido que exista igualdad alguna entre el proletariado y la burguesía. Niegan por completo que la historia de la humanidad de los varios milenios es la historia de la lucha de clases, niegan por completo la lucha de clases del proletariado contra la burguesía, y niegan por completo la revolución del proletariado contra la burguesía y su dictadura sobre ella. Por el contrario, ellos son lacayos fieles de la burguesía y el imperialismo y, asociados con éstos, insisten en la ideología burguesa de la opresión y explotación al proletariado y en el sistema social capitalista, y combaten la ideología marxista-leninista y el sistema social socialista. Forman una gavilla de contrarrevolucionarios anticomunistas y antipopulares. La lucha que libran contra nosotros es una lucha a muerte, y en ella no cabe ninguna igualdad. Por lo tanto, nuestra lucha contra ellos tiene que ser también una lucha a muerte. Entre nosotros y ellos no existen en absoluto relaciones de igualdad, sino relaciones de opresión de una clase por otra, es decir, de la dictadura del proletariado sobre la burguesía; no pueden existir relaciones de ninguna otra índole, como las de una supuesta igualdad, de coexistencia pacifica entre las clases explotadas y las explotadoras, de humanidad, justicia y virtud, etc.”
“No hay construcción sin destrucción. La destrucción significa crítica y repudio, significa revolución. La destrucción quiere decir razonamiento, y razonamiento es construcción. La destrucción va primero, y en su curso ya implica la construcción.”
“De hecho, aquellos elementos con poder seguidores del camino capitalista dentro del Partido que apoyan a los tiranuelos de academia burgueses, y aquellos representantes de la burguesía infiltrados en el Partido que protegen a esos tiranuelos, son en verdad grandes tiranuelos del Partido que no leen libros ni periódicos, que no mantienen contacto con las masas, ni poseen ningún conocimiento, que se apoyan únicamente en ‘actuar en forma arbitraria y reprimir a la gente con su autoridad’ y usurpan el nombre del Partido.”
“Han dejado salir de sus guaridas a todos los monstruos y demonios, que han saturado, durante muchos años, nuestros periódicos, la radiodifusión, revistas y libros, manuales, discursos, obras literarias y artísticas, películas, la ópera y el drama, los quyi (narraciones artísticas), artes plásticas, música, danzas, etc. Al hacer todo esto, no han abogado nunca por la necesidad de aceptar la dirección del proletariado ni de solicitar la ratificación de nadie.”
“Mantener en alto la gran bandera de la revolución cultural proletaria, denunciar por completo la posición reaccionaria burguesa de las llamadas ‘autoridades académicas’ anti-Partido y antisocialistas, criticar y repudiar a fondo las ideas reaccionarias burguesas en los círculos académicos, educacionales, periodísticos, literarios y artísticos y editoriales, y apoderarse de la dirección en estos dominios de la cultura. Para realizarlo, hay que, al mismo tiempo, criticar y repudiar a los representantes burgueses que se han infiltrado en el Partido, el Gobierno, el ejército y los diversos sectores culturales, y depurar a todos estos de dichos representantes burgueses o remover algunos de ellos de sus cargos. Sobre todo, no debemos confiar a esos elementos la dirección del trabajo de la revolución cultural. Pero, en realidad, muchos de ellos han estado o están asumiendo este trabajo, lo cual resulta extremadamente peligroso.”
“Los representantes burgueses que se han infiltrado en el Partido, el Gobierno, el ejército y los diversos sectores culturales, son un grupo de revisionistas contrarrevolucionarios que se apoderarán del Poder y convertirán la dictadura del proletariado en dictadura de la burguesía si se les presenta la oportunidad. A algunas de estas personas, ya las hemos calado; a otras todavía no. Y en algunas todavía confiamos y las preparamos para ser nuestros continuadores. Por ejemplo, gente tipo Jruschov todavía anida a nuestro lado; los comités del Partido a todo nivel deben prestar plena atención a esto.”

Aparte, el Presidente Mao además estableció:

“La presente gran revolución cultural es sólo la primera, y en el futuro habrá sin duda muchas otras. En la revolución, el problema de quién vencerá a quién sólo será resuelto en un largo período histórico. Si no se resuelven adecuadamente las cosas, en cualquier momento habrá posibilidad para una restauración capitalista. Todos los miembros del Partido Comunista y el pueblo de todo el país no deben pensar que todo será resuelto después de una o dos grandes revoluciones culturales, o inclusive tres o cuatro. Debemos estar siempre muy alertas y jamás bajar la vigilancia.”

Y definiendo los objetivos y esencia políticos de esa grandiosa revolución, hito trascendental de la revolución proletaria mundial:

“La presente Gran Revolución Cultural Proletaria es completamente necesaria y muy oportuna para consolidar la dictadura del proletariado, prevenir la restauración del capitalismo y construir el socialismo.”
La Gran Revolución Cultural Proletaria es, en esencia, una gran revolución política emprendida, en las condiciones del socialismo, por el proletariado contra la burguesía y todos las demás clases explotadoras; es la continuación de la prolongada lucha entre el Partido Comunista de China y las amplias masas populares revolucionarias bajo su dirección, por una parte, y los reaccionarios del Kuomintang, por la otra; es la continuación de la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía.”

Y destacando su función en lo económico:

La Gran Revolución Cultural Proletaria es una poderosa fuerza motriz para el desarrollo de las fuerzas productivas sociales de nuestro país”. Y en lo ideológico su problema básico guiado por el principio de “combatir el concepto de lo privado, y criticar y repudiar el revisionismo”; pues, “la gran revolución cultural proletaria es una gran revolución que llega al alma misma de la gente y esta destinada a resolver el problema de su concepción del mundo”.

Insistiendo sobre este punto, el Presidente, el año 67, ante la delegación militar de Albania dijo:

“Ahora me gustaría hacerles una pregunta: ¿Cuál creen Uds. que es la meta de la gran revolución cultural? (Algunos asistentes responden: ‘luchar contra los dirigentes seguidores del camino capitalista dentro del partido). luchar contra los dirigentes seguidores del camino capitalista es la tarea principal, pero de ninguna manera la meta. La meta es resolver el problema de la concepción del mundo; es la cuestión de extirpar las raíces del revisionismo.
El Comité Central ha puesto énfasis una y otra vez en que las masas se deben educar y liberar a si mismas, porque la concepción del mundo no se les puede imponer. Para transformar la ideología es necesario que las causas externas actúen a través de las causas internas, aunque éstas últimas son lo principal. ¿Cómo podría llamarse una victoria la gran revolución cultural si no se transforma la concepción del mundo? Si no se transforma la concepción del mundo, aunque haya ahora 2,000 dirigentes seguidores del camino capitalista en esta gran revolución cultural, habrá 4,000 la próxima vez.”

Gran Revolución Cultural Proletaria en la cual:

“Se justifica la rebelión contra los reaccionarios”; “la clase obrera debe dirigirlo todo” y “El proletariado debe ejercer una dictadura omnímoda sobre la burguesía en la superestructura, incluidos todos los dominios culturales”.

Revolución cuya complejidad y difícil condición se expresan magistralmente así:

“En el pasado, combatimos por el Sur y el Norte; era relativamente fácil hacer tales guerras, pues el enemigo era evidente. Esta Gran Revolución Cultural Proletaria es mucho más difícil que ese tipo de guerra.”
“El problema está en que se confunden los que han cometido errores ideológicos con aquellos cuyas contradicciones con nosotros son las que existen entre nosotros y el enemigo, y es difícil por un tiempo diferenciarlos.”

Gran Revolución que en la tempestad revolucionaria de Shanghai, enero del 67, enarboló el llamamiento del Presidente Mao de:

“¡Revolucionarios proletarios, uníos para arrebatar el Poder al puñado de dirigentes seguidores del camino capitalista dentro del Partido”; y su importante instrucción: “El ejército Popular de liberación debe apoyar a las amplias masas de la izquierda”.

Conformándose los comités revolucionarios para ejercer la dirección unificada de la revolución, forma de Poder concretada en:

“La experiencia fundamental del comité revolucionario reside en tres puntos: primero, tiene representantes de los cuadros revolucionarios; segundo, tiene representantes de las fuerzas armadas; tercero, tiene representantes de las masas revolucionarias. Se forma así una integración triple revolucionaria. El comité revolucionario debe ejercer una dirección unificada, acabar con la superposición excesiva en la estructura administrativa, tener ‘menos pero mejores tropas y una administración más simple’ y organizar un grupo dirigente revolucionarizado que se mantenga en contacto con las masas.”

Gran Revolución que asimismo se desarrolló siguiendo el principio de “empeñarse en la revolución y promover la producción, el trabajo y los preparativos para enfrentar la guerra”, dentro del concepto estratégico de “hacer preparativos para enfrentar la guerra, hacer preparativos contra las calamidades naturales y hacerlo todo en bien del pueblo”.
La Gran Revolución Cultural Proletaria, como continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado, marca así el rumbo de la revolución proletaria mundial en su heroica e irrefrenable marcha al comunismo; y en la más gigantesca epopeya revolucionaria de la humanidad conquistó victorias imperecederas para el proletariado internacional. Sin embargo, en 1968, con profunda comprensión de la historia y del internacionalismo proletario, el Presidente Mao nos enseñó:

“Hemos conquistado grandes victorias. Pero, la clase derrotada seguirá haciendo forcejeos. Esa gente existe todavía, y también esa clase. Por eso, no podemos hablar de victoria final. No podemos hacerlo incluso en los próximos decenios. No debemos perder la vigilancia. Según el punto de vista leninista, la victoria final de un país socialista no sólo requiere los esfuerzos de su propio proletariado y de sus amplias masas populares, sino que depende, además, del triunfo de la revolución mundial y de la abolición del sistema de explotación del hombre por el hombre en todo el globo terrestre, o sea, la emancipación de toda la humanidad. Por lo tanto, es erróneo, contrario al leninismo, y no corresponde a la realidad hablar a la ligera de la victoria final de la revolución en nuestro país.”

En abril de 1969, el Presidente Mao dijo:

“Parece imprescindible realizar la Gran Revolución Cultural Proletaria, pues nuestra base no es sólida. A juzgar por mi observación, temo que en una mayoría bastante grande de fábricas –no digo todas, ni la abrumadora mayoría de ellas- la dirección no estaba en manos de los genuinos marxistas y las masas obreras. No es que no hubiera buenas gentes entre aquellos encargados y la dirección de las fábricas. Las había. Había buenas gentes entre los secretarios, subsecretarios y miembros de los comités del Partido y entre los secretarios de las células del Partido pero seguían la línea de Liu Shao-chi, simplemente recurrían al incentivo material, ponían las ganancias al mando y, en vez de promover la política proletaria, daban premios, y cosas por el estilo”. “Pero había de hecho gentes malas en las fábricas” “Esto demuestra que no se ha finalizado la revolución.”

Y apuntando contra el derecho burgués:

“Lenin habló de un Estado burgués sin capitalistas construido para proteger el derecho burgués. Nosotros mismos hemos construido un Estado como ese, en que las cosas no difieren mucho de las de la vieja sociedad, pues hay jerarquización y rigen un sistema salarial de ocho categorías, la distribución según el trabajo y el intercambio de valores iguales”.

Combatiendo el revisionismo del viento revocatorio anti-revolución cultural de Teng y sus secuaces, el Presidente Mao planteó:

“Luego de la revolución democrática, los obreros, los campesinos pobres y campesinos medios inferiores no se han detenido y quieren hacer la revolución. En cambio, una parte de los militantes del Partido se muestran renuentes a seguir adelante, y algunos han retrocedido y se han puesto contra la revolución. ¿Por qué? Porque éstos, como altos funcionarios que han llegado a ser, buscan proteger los intereses de los altos funcionarios”.

“Sucede que la revolución socialista les cae sobre su propia cabeza, y así durante la cooperativización agrícola ya hubo en el Partido quienes se opusieron, y cuando se critica el derecho burgués, su sentimiento es de rechazo. Se está haciendo la revolución socialista, sin embargo no se comprende dónde está la burguesía. Está justamente dentro del Partido Comunista, y son los dirigentes seguidores del camino capitalista en el Partido. Los seguidores del camino capitalista siguen todavía su camino”.

“Revocar veredictos justos va en contra de la voluntad del pueblo”.

“Sin lucha es imposible avanzar”. “Siendo los millones, ¡¿podemos prescindir de la lucha?!”.

“¡Qué es eso de tomar las tres instrucciones como clave! La estabilidad y su unidad no significan renunciar a la lucha de clases. La lucha de clases es como la cuerda clave de una red y todo lo demás son mallas”.

“Esta persona no se empeña en la lucha de clases; nunca ha mencionado esta clave. Sigue todavía con su ‘gato blanco o gato negro’, sin hacer distinción entre el imperialismo y el marxismo”.

Y sintetizando la lucha de clases en China y el PCCH:

“Llevamos 50 años cantando La Internacional; sin embargo, en 10 ocasiones aparecieron en nuestro Partido quienes intentaron crear la división. A mi modo de ver, eso va a ocurrir aún 10, 20, 30 veces más. ¿No lo creen ustedes? Aunque no lo crean, yo lo creo de todas maneras. ¿Dejarán de existir las luchas cuando hayamos llegado al comunismo? No lo creo. Aun en el comunismo, habrá igualmente luchas, sólo que serán luchas entre lo nuevo y lo caduco, entre lo correcto y lo erróneo. Incluso de aquí a decenas de miles de años, lo erróneo tampoco valdrá ni podrá sostenerse.”

    “En China, desde que el emperador fue derribado en 1911, ningún reaccionario ha sido capaz de mantenerse por mucho tiempo en el Poder. La dominación más larga de la reacción (Chiang Kai-shek) sólo duró 20 años, pero él también se vino abajo cuando el pueblo se Levantó en rebelión. Chiang Kai shek subió al Poder valiéndose de la confianza depositada en él por Sun Yat-sen y de la Academia de Juangpu que tenía a su cargo y reuniendo en torno suyo a una gran pandilla de reaccionarios. Una vez que él se volvió contra el Partido Comunista, prácticamente toda la clase terrateniente y toda la burguesía lo apoyaron. Además, el Partido Comunista carecía de experiencias en aquél entonces. De este modo, Chiang Kai-shek logró imponerse temporalmente, con gran regocijo. Durante estos 20 años, no obstante, nunca logró unificar el país. Tuvo lugar en ese tiempo la guerra entre el Kuomintang y el Partido Comunista, las guerras entre el Kuomintang y los diferentes caudillos militares, la guerra entre China y el Japón y, finalmente, la guerra civil gran escala, de 4 años, que arrojó a Ching Kni-shek hacia un grupo de islas. Si la derecha lleva a cabo un golpe de Estado anticomunista en China, estoy seguro de que no conocerá tampoco la paz, y muy probablemente su dominación será de corta vida, ya que esto no podrá ser tolerado por ninguno de los revolucionarios, que representan los intereses del pueblo, constituido por más del 90 por ciento de la población.” “Conclusión: las perspectivas son brillantes, pero el camino tiene vueltas y revueltas, frases estas ya consabidas.”

En 1975, “Renmín Ribao” y “Hongqi” publicaron la siguiente Nota a la publicación “Marx, Engels y Lenin, Sobre la dictadura del proletariado”:

“Nuestro gran líder el Presidente Mao impartió hace poco una importante instrucción acerca de la cuestión de la teoría.
El Presidente Mao dijo: ¿POR QUE LENIN HABLABA DE LA NECESIDAD DE EJERCER LA DICTADURA SOBRE LA BURGUESÍA? ES PRECISO TENER UNA CLARA COMPRENSIÓN DE ESTA CUESTIÓN. LA FALTA DE CLARIDAD AL RESPECTO CONDUCIRÁ AL REVISIONISMO. HAY QUE HACERLO SABER A TODA LA NACIÓN.
Refiriéndose al sistema socialista, el Presidente Mao indicó: EN UNA PALABRA, CHINA ES UN PAÍS SOCIALISTA. ANTES DE LA LIBERACIÓN NO DIFERÍA MUCHO DEL CAPITALISMO. AHORA TODAVÍA PRACTICA UN SISTEMA SALARIAL DE OCHO GRADOS, LA DISTRIBUCIÓN A CADA UNO SEGÚN SU TRABAJO Y EL INTERCAMBIO POR MEDIO DEL DINERO, LOS CUALES APENAS SON DISTINTOS DE AQUELLOS EXISTENTES EN LA VIEJA SOCIEDAD. LO DIFERENTE ES QUE EL SISTEMA DE PROPIEDAD HA CAMBIADO. Señaló: NUESTRO PAÍS PRACTICA AHORA UN SISTEMA DE MERCANCÍAS, Y EL SISTEMA SALARIAL ES DESIGUAL, CUYO EL DE OCHO GRADOS, ETC. ESTO SOLO PUEDE SER RESTRINGIDO BAJO LA DICTADURA DEL PROLETARIADO. COMO CONSECUENCIA, SERIA MUY FÁCIL PARA TIPOS COMO LIN PIAO IMPULSAR EL SISTEMA CAPITALISTA SI SUBIERAN AL PODER. POR ESO, DEBEMOS ESTUDIAR MAS OBRAS MARXISTA-LENINISTAS.
El Presidente Mao puntualizó además: LENIN DIJO: “LA PEQUEÑA PRODUCCIÓN ENGENDRA CAPITALISMO Y BURGUESÍA CONSTANTEMENTE, CADA DÍA, CADA HORA, DE MODO ESPONTANEO Y EN MASA”. ESTO TAMBIÉN OCURRE EN UNA PARTE DE LOS OBREROS Y UNA PARTE DE LOS MIEMBROS DEL PARTIDO. TANTO EN LAS FILAS DEL PROLETARIADO COMO ENTRE LOS TRABAJADORES DE LOS ORGANISMOS OFICIALES HAY PERSONAS QUE INCURREN EN EL ESTILO DE VIDA BURGUÉS.
La instrucción del Presidente Mao dilucida profundamente la teoría marxista sobre la dictadura del proletariado y destaca la suma importancia que tiene el estudio de la teoría de la dictadura del proletariado en la actualidad. Esto debe merecer gran atención de todos los camaradas del Partido y del pueblo entero.”


¡ELECCIONES, NO!
¡GUERRA POPULAR, SÍ!

Comité Central
Partido Comunista del Perú
1990

lunes, 14 de enero de 2013

DICTADURA DEL PROLETARIADO - (LENIN)


SOBRE EL SOCIALISMO Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
(2 – Lenin)

Lenin analizó magistralmente la cuestión fundamental de socialismo y dictadura del proletariado, desarrollando el marxismo; profundizó principalmente el socialismo como “período de transición” y el ejercicio de la dictadura del proletariado. En su gran obra “El Estado y la revolución” sobre el socialismo como primera fase del comunismo escribió:

“Esta sociedad comunista, que acaba de salir de la entraña del capitalismo al mundo de Dios y que lleva en todos sus aspectos el sello de la sociedad antigua, es la que Marx llama `primera’ fase o fase inferior de la sociedad comunista.
Los medios de producción han dejado de ser ya propiedad privada de los individuos. Los medios de producción pertenecen a toda la sociedad. Cada miembro de la sociedad, al ejecutar una cierta parte del trabajo socialmente necesario, obtiene de la sociedad un certificado acreditativo de haber realizado tal o cual cantidad de trabajo. Por este certificado recibe de los almacenes sociales de artículos de consumo la cantidad correspondiente de productos. Deducida la cantidad de trabajo que pasa al fondo social, cada obrero, por tanto, recibe de la sociedad lo que entrega a ésta.
Reina, al parecer, la ‘igualdad’.
Pero cuando Lassalle, refiriéndose a este orden social (al que se suele dar el nombre de socialismo, pero que Marx denomina la primera fase del comunismo), dice que esto es una ‘distribución justa’, que es ‘el derecho igual de cada uno al producto igual del trabajo’, Lassalle se equivoca, y Marx pone al descubierto su error.
‘Aquí –dice Marx- tenemos realmente un ‘derecho igual’, pero esto es todavía ‘un derecho burgués’, que, como todo derecho, presupone la desigualdad. Todo derecho significa la aplicación de un rasero igual a hombres distintos, a hombres que en realidad no son idénticos, no son iguales entre si; por tanto, el `derecho igual’ es una infracción de la igualdad y una injusticia’. En efecto, cada cual obtiene, si ejecuta una parte de trabajo social igual que el otro, la misma parte de producción social (después de hechas las deducciones indicadas).
Sin embargo, los hombres no son todos iguales, unos son más fuertes y otros más débiles, unos son casados y otros solteros, unos tienen más hijos que otros, etc.
‘A igual trabajo –concluye Marx- y, por consiguiente, a igual participación en el fondo social de consumo, unos obtienen de hecho más que otros, unos son más ricos que otras, etc. Para evitar todos estos inconvenientes, el derecho tendría que ser no igual, sino desigual...’
Consiguientemente, la primera fase del comunismo no puede proporcionar todavía justicia ni igualdad: subsisten las diferencias de riqueza, diferencias injustas; pero no será posible ya la explotación del hombre por el hombre, puesto que no será posible apoderarse, a titulo de propiedad privada, de los medios de producción, de las fábricas, las máquinas, la tierra, etc. Pulverizando la frase confusa y pequeño burguesa de Lassalle sobre la ‘igualdad’ y la ‘Justicia’ en general, Marx muestra el curso de desarrollo de la sociedad comunista, que en sus comienzos se verá obligada a destruir solamente aquella injusticia que consiste en que los medios de producción sean usurpados por individuos aislados, pero que no estará en condiciones de destruir de golpe también la otra injusticia, consistente en la distribución de los artículos de consumo ‘según el trabajo’ (y no según las necesidades).
Los economistas... reprochan constantemente a los socialistas el olvidarse de la desigualdad de los hombres y el ‘soñar’ con destruir esta desigualdad. Este reproche solo demuestra, como vemos, la extrema ignorancia de los señores ideólogos burgueses.
Marx no sólo tiene en cuenta del modo mas preciso la inevitable desigualdad de los hombres, sino que tiene también en cuenta que el solo paso de los medios de producción a propiedad común de toda la sociedad (el ‘socialismo’, en el sentido corriente de la palabra) no suprime los defectos de la distribución y la desigualdad del `derecho burgués’ el cual sigue imperando, por cuanto los productos son distribuidos ‘según el trabajo’.
‘...Pero estos defectos –prosigue Marx- son inevitables en la primera fase de la sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad capitalista, tras largos dolores para su alumbramiento. El derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica y al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado...’
Así, pues, en la primera fase de la sociedad comunista (a la que suele darse el nombre de socialismo) el ‘derecho burgués’ no se suprime completamente, sino solo parcialmente, solo en la medida de la transformación económica ya alcanzada, es decir, solo en lo que se refiere a los medios de producción. El ‘derecho burgués reconoce la propiedad privada de los individuos sobre los medios de producción. El socialismo los convierte en propiedad y común. En este sentido –y sólo en este sentido- desaparece el ‘derecho burgués’.
Sin embargo, este derecho persiste en otro de sus aspectos, persiste como regulador de la distribución de los productos y de la distribución del trabajo entre los miembros de la sociedad. ‘El que no trabaja, no come’: es el principio socialista es ya una realidad; `a igual cantidad de trabajo, igual cantidad de productos’: también es ya una realidad este principio socialista. Sin embargo, esto no es todavía el comunismo, ni suprime todavía el derecho burgués que da una cantidad igual de productos a hombres que no son iguales y por una cantidad desigual (desigual de hecho) de trabajo.
Esto es un ‘defecto’, dice Marx, pero un defecto inevitable es la primera fase del comunismo, pues, sin caer en utopismo, no se puede pensar que, al derrocar el capitalismo, los hombres aprenderán a trabajar inmediatamente para la sociedad sin sujeción a ninguna norma de derecho; además, la abolición del capitalismo no sienta de repente tampoco las premisas económicas para este cambio.”

Y, en la misma obra, sobre el control social y estatal:

“Mientras llega la fase ‘superior’ del comunismo, los socialistas exigen el más riguroso control por parte de la sociedad y por parte del Estado sobre la medida de trabajo y la medida de consumo, pero este control sólo debe comenzar con la expropiación de los capitalistas, con el control de los obreros sobre los capitalistas, y no debe llevarse a cabo por un Estado de burócratas, sino por el Estado de los obreros armados.
La defensa interesada del capitalismo por los ideólogos burgueses (Y sus acólitos por el estilo de señores como los Tsereteli, los Chernov y Cía.) consiste precisamente en suplantar por discusiones y charlas sobre un remoto porvenir la cuestión mas candente y mas actual de la política de hoy: la expropiación de los capitalistas, la transformación de todos los ciudadanos en trabajadores y empleados de un gran ‘consorcio’ único, a saber, de todo el Estado, y la subordinación completa de todo el trabajo de todo este consorcio a un Estado realmente democrático, el Estado de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados.”

Así como su gran conclusión sobre el “Estado burgués, sin burguesía”:

“En su primera fase, en su primer grado, el comunismo no puede presentar todavía una madurez económica completa, no puede aparecer todavía completamente libre de las tradiciones o de las huellas del capitalismo. De aquí un fenómeno tan interesante como la subsistencia del ‘estrecho horizonte del derecho burgués’ bajo el comunismo, en su primera fase. El derecho burgués respecto a la distribución de los artículos de consumo presupone también inevitablemente, como es natural, un Estado burgués, pues el derecho no es nada sin un aparato capaz de obligar a respetar las normas de aquél.
De donde se deduce que bajo el comunismo no sólo subsiste durante un cierto tiempo el derecho burgués, sino que ¡subsiste incluso el Estado burgués, sin burguesía!
Esto podrá parecer una paradoja o un simple juego dialéctico de la inteligencia, que es de lo que acusan frecuentemente a los marxistas gentes que no se han impuesto ni el menor esfuerzo para estudiar el contenido extraordinariamente profundo del marxismo.
En realidad, la vida nos muestra a cada paso los vestigios de lo viejo en lo nuevo, tanto en la naturaleza como en la sociedad. Y Marx no trasplantó caprichosamente al comunismo un trocito de ‘derecho burgués’, sino que tomó lo que es económica y políticamente inevitable en una sociedad que brota de la entraña del capitalismo.” (Ibídem).

Lenin, en “Economía y política en la época de la dictadura del proletariado”, en su parte I trata el “período de transición” y la negación del mismo por revisionistas y oportunistas:

“Teóricamente no cabe duda de que entre el capitalismo y el comunismo media cierto período de transición. Este período no puede por menos de aunar los rasgos o las, propiedades de estos dos sistemas de economía social. No puede ser más que un período de lucha entre el capitalismo agonizante y el comunismo naciente o, en otras palabras, entre el capitalismo derrotado, pero no aniquilado, y el comunismo ya con vida, pero todavía muy débil.
La necesidad de toda una época histórica caracterizada por estos rasgos del período de transición, tiene que ser evidente por si misma, no sólo para el marxista, sino para cualquier persona culta que de un modo u otro, conozca la teoría del desarrollo. Y sin embargo, todos los razonamientos que sobre el tránsito al socialismo escuchamos de los actuales representantes de la democracia pequeño burguesa (como lo son, pese a su pretendido rótulo socialista, todos los representantes de la II Internacional, incluyendo a individuos tales como Macdonald y Jean Longuet, Kautsky y Friedrich Adler) se distinguen por el completo olvido de esta verdad evidente. Los demócratas pequeñoburgueses se caracterizan por su aversión a la lucha de clases, por sus sueños acerca de la posibilidad de eludir esta lucha, por su tendencia a limar, paliar y conciliar las cortantes aristas. De ahí que esa clase de demócratas se desentiendan de cualquier reconocimiento de toda una etapa histórica de tránsito del capitalismo al comunismo o consideren que su cometido consiste en cavilar planes encaminados a reconciliar a las dos fuerzas beligerantes, en lugar de dirigir la lucha de una de ellas.”

Así como en la parte IV trata el trascendental punto de la supresión de las clases:

“El socialismo es la supresión de las clases.
Para suprimir las clases lo primero que hace falta es derrocar a los terratenientes y capitalistas. Hemos cumplido esta parte de la tarea, pero es sólo una parte y no la más difícil. Para acabar con las clases es preciso, en segundo lugar, suprimir la diferencia existente entre obreros y campesinos, convertir a todos en trabajadores. Y no es posible hacerlo de le noche a la mañana.
Para resolver esta segunda parte de la tarea que es la más difícil, el proletariado, después de vencer a la burguesía debe mantener de modo inquebrantable la siguiente línea política fundamental respecto de los campesinos: separar, diferenciar a los campesinos trabajadores de los propietarios, a los campesinos laboriosos de los campesinos comerciantes, a los campesinos trabajadores de los campesinos especuladores.
En esta diferenciación está la esencia del socialismo.”

En tanto que, en la V parte, remata magistralmente tratando socialismo, clases y dictadura del proletariado:

“El socialismo es la supresión de las clases. La dictadura del proletariado ha hecho para lograrlo cuanto estaba a su alcance. Pero las clases no pueden suprimirse de golpe.
Durante la época de la dictadura del proletariado subsisten y subsistirán las clases. La dictadura dejará de ser necesaria cuando no existan clases. Pero éstas no desaparecerán sin la dictadura del proletariado.
Subsisten las clases pero cada una de ellas cambió de aspecto en la época de la dictadura del proletariado, lo mismo que cambiaron sus relaciones mutuas. La lucha de clases no desaparece bajo la dictadura del proletariado; lo único que hace es asumir nuevas formas.
Bajo el capitalismo, el proletariado era una clase oprimida, carente de toda propiedad sobre los medios de producción, la única clase directa y totalmente contra puesta a la burguesía, y por lo tanto la única capaz de ser revolucionaria hasta el fin. Después de derrocar a la burguesía y de conquistar el poder político, el proletariado ha pasado a ser la clase dominante: tiene en sus manos el poder estatal, dispone de los medios de producción ya socializados, dirige a los elementos y clases vacilantes e intermedios y aplasta la creciente energía de la resistencia de los explotadores. Todas estas son tareas específicas de la lucha de clases, tareas que antes no se planteaba ni podía plantearse el proletariado.
La clase de los explotadores, los terratenientes y capitalistas no ha desaparecido ni puede desaparecer en seguida bajo la dictadura del proletariado. Los explotadores han sido derrotados, pero no aniquilados. Conservan una base internacional, el capital internacional, del cual son parte integrante. Conservan, en parte, algunos medios de producción, conservan el dinero, conservan enormes relaciones sociales. Y como consecuencia precisamente de su derrota se ha multiplicado en cien y en mil veces su fuerza de resistencia. El ‘arte’ de dirigir el Estado, el ejército y la economía les da una enorme superioridad, y en consecuencia su importancia es muchísimo mayor que su proporción numérica dentro de la cifra global de la población. La lucha de clase de los explotadores derrocados contra la vanguardia victoriosa de los explotados, es decir, contra el proletariado, se ha hecho encarnizada en grado considerable. Y no puede ser de otro modo, si en realidad nos referimos a la revolución y no suplantamos este concepto (como lo hacen todos los héroes de la II Internacional) por ilusiones reformistas.
Por último, el campesinado, como toda la pequeña burguesía en general, ocupa también bajo la dictadura del proletariado una situación intermedia: por una parte se trata de una masa bastante considerable (en la atrasada Rusia, inmensa) de trabajadores, unida por el interés común de los trabajadores, de liberarse de los terratenientes y de los capitalistas; por otra parte, se trata de pequeños patronos, propietarios y comerciantes individuales. Esta situación económica provoca de modo inevitable su actitud vacilante entre el proletariado y la burguesía. Y al agudizarse la lucha entre estas dos clases, al producirse un viraje increíblemente brusco en todas las relaciones sociales, y dado que entre los campesinos y los pequeños burgueses en general se advierte una mayor propensión hacia lo viejo, lo rutinario, lo inmutable, es natural que se manifiesten entre ellos oscilaciones de un campo a otro, vacilaciones, cambios de frente, inseguridad, etc.
Con respecto a esta clase -o a estos elementos sociales- la tarea del proletariado consiste en dirigir, en luchar por someterlos a su influencia. Lo que el proletariado debe hacer es conducir a los vacilantes, a los inseguros, tras de sí.
Si enfocamos en su conjunto a todas las fuerzas o clases fundamentales, en sus relaciones mutuas, tal como fueron modificadas por la dictadura del proletariado, nos daremos cuenta de cuán ilimitadamente absurdo es, desde el punto de vista teórico, y qué estupidez tan grande representa esa idea pequeñoburguesa corriente del paso al socialismo ‘a través de la democracia’ en general, que encontramos en todos los representantes de la II Internacional. La base sobre la que descansa este error es el prejuicio, heredado de la burguesía, acerca de lo que se considera como contenido de una ‘democracia’ absoluta, situada por encima de las clases. En realidad, con la dictadura del proletariado también la democracia entra en una fase totalmente nueva, y la lucha de clases se eleva a una etapa superior, haciendo que se supediten a ella cada una de las diversas formas.
Las frases generales sobre la libertad, la igualdad y la democracia no son, en realidad, otra cosa que la ciega repetición de conceptos calcados sobre el molde de las relaciones de producción mercantil. Querer resolver por medio de estas frases generales las tareas concretas de la dictadura del proletariado equivale a pasarse en toda la línea a las posiciones teóricas, de principio, de la burguesía. Desde el punto de vista del proletariado, el problema se formula así y sólo así: ¿libertad con respecto a la opresión de qué clase? ¿Igualdad entre qué clases? ¿Democracia en base a la propiedad privada, o en base a la lucha por la abolición de la propiedad privada?, etc.
Hace mucho tiempo que Engels explicó en el Anti-Dühring que el concepto de igualdad, calcado sobre el molde de las relaciones de producción mercantil, se convierte en un prejuicio, a menos que la igualdad se entienda en el sentido de la supresión de las clases. Esta verdad elemental acerca de la diferencia entre el concepto democrático-burgués y el socialista de igualdad, suele olvidarse siempre. Cuando no se la olvida, se comprende con toda evidencia que el proletariado, al derrocar a la burguesía, da el paso decisivo hacia la supresión de las clases, y que, para alcanzar esa meta, el proletariado debe proseguir su lucha de clase utilizando para ello el aparato del poder estatal y empleando diversos métodos de lucha, de influencia y acción con respecto a la burguesía derrocada y a la pequeña burguesía vacilante.”

Y sobre lo central: la dictadura del proletariado, tener presente siempre muy seria y profundamente lo establecido por Lenin:

“Quien reconoce solamente la lucha de clases no es aún marxista, puede mantenerse todavía dentro del marco del pensamiento burgués y de la política burguesa. Limitar el marxismo a la doctrina de la lucha de clases significa cercenar el marxismo, tergiversarlo, reducirlo a algo aceptable para la burguesía. Sólo es un marxista quien hace extensivo el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado. En ello estriba la más profunda diferencia entre un marxista y un pequeño (o un gran) burgués ordinario. Esta es la piedra de toque en la que deben comprobarse la comprensión y el reconocimiento reales del marxismo.” (“El Estado y la revolución”).

“En toda transición del capitalismo al socialismo, la dictadura es necesaria por dos razones principales o en dos direcciones principales. Primero: es imposible vencer y desarraigar el capitalismo sin aplastar implacablemente la resistencia de los explotadores que no pueden ser privados de una vez de sus riquezas, de sus ventajas en cuanto a organización y conocimientos, y en consecuencia tratarán inevitablemente, durante un período bastante largo, de derrocar el odiado Poder de los pobres. Segundo: toda gran revolución, y particularmente una revolución socialista, incluso cuando no existe una guerra exterior, es inconcebible sin guerra interior, es decir, sin guerra civil, que acarrea una ruina aún mayor que la ocasionada por una guerra exterior, que significa miles y millones de casos de vacilación y de paso de un campo a otro, que significa un estado de extrema incertidumbre, desequilibrio y caos. Y naturalmente todos los elementos de descomposición de la vieja sociedad, fatalmente muy numerosos y ligados sobre todo a la pequeña burguesía (pues es a ésta a la que toda guerra y toda crisis arruinan y destruyen en primer termino), no pueden dejar de `manifestarse’ en una revolución tan profunda. Y esos elementos de descomposición no pueden `manifestarse’ más que por medio de un aumento de la delincuencia, la golfería, el soborno, la especulación y toda clase de excesos. Para acabar con todo esto se requiere tiempo y hace falta una mano de hierro.
La historia no conoce ninguna gran revolución en la que el pueblo no sintiera esto instintivamente y no manifestara una firmeza salvadora fusilando a los ladrones en flagrante. La desgracia de las revoluciones anteriores consistía en que el entusiasmo revolucionario de las masas, que las mantenía en un estado de tensión y les daba la Fuerza para reprimir implacablemente a los elementos de descomposición, no duraba mucho tiempo. La causa social, o sea, de clase, de tal inestabilidad del entusiasmo revolucionario de las masas residía en la debilidad del proletariado, el único capaz (si es bastante numeroso, consciente y disciplinado) de atraerse a la mayoría de los trabajadores y explotados (la mayoría de los pobres, empleando un término más sencillo y popular),y de mantener el Poder durante un plazo suficientemente largo para aplastar por completo a todos los explotadores y a todos los elementos de descomposición.
Esta experiencia histórica de todas las revoluciones, esta lección -económica y política-histórica mundial, fue sintetizada por Marx en su fórmula breve, aguda, precisa y clara: dictadura del proletariado.” (“Las tareas inmediatas del Poder soviético”).

“La dictadura del proletariado es la guerra más abnegada y más implacable de la nueva clase contra un enemigo más poderoso, contra la burguesía, cuya resistencia se decuplica con su derrocamiento (aunque no sea más que en un solo país) y cuyo poderío consiste, no sólo en la fuerza del capital internacional, en la fuerza y solidez de las relaciones internacionales de la burguesía, sino, además, en la fuerza de la costumbre, en la fuerza de la pequeña producción. Pues, por desgracia, ha quedado todavía en el mundo mucha y mucha pequeña producción y la pequeña producción engendra capitalismo y burguesía constantemente, cada día, cada hora, de modo espontáneo y en masa. Por todos estos motivos, la dictadura del proletariado es necesaria, y la victoria sobre la burguesía es imposible sin una guerra prolongada, tenaz, encarnizada, a muerte, una guerra que exige serenidad, disciplina, firmeza, inflexibilidad y una voluntad única.” (“La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”).

“Nosotros en Rusia (en el tercer año posterior al derrocamiento de la burguesía) estamos dando los primeros pasos en la transición del capitalismo al socialismo, o a la etapa inferior del comunismo. Las clases aún existen y seguirán existiendo durante años, en todas partes, después de la conquista del Poder por el proletariado. Quizás en Inglaterra donde no hay campesinado (¡pero donde existen pequeños propietarios!), este período pueda ser más corto. Abolir las clases no sólo significa echar a los terratenientes y a los capitalistas, cosa que nosotros hicimos con relativa facilidad; significa también abolir a los pequeños productores de mercancías, y éstos no pueden ser echados o aplastados; hay que vivir en buena armonía con ellos. Se puede (y se debe) transformarlos, reeducarlos, sólo mediante una labor de organización muy prolongada, lenta y prudente. Ellos rodean al proletariado, por todas partes, con un ambiente pequeño burgués que penetra y corrompe al proletariado; provocan constantemente en el proletariado reincidencias en la pusilanimidad pequeñoburguesa, la desunión, el individualismo y la transición de la exaltación al abatimiento. Para contrarrestar esto, para permitir que el proletariado ejerza acertada, eficaz y victoriosamente su papel de organizador (y ése es su papel principal), son imprescindibles la centralización y la disciplina más rigurosas en el partido político del proletariado. La dictadura del proletariado es una lucha persistente, cruenta e incruenta, violenta y pacifica, militar y económica, educacional y administrativa, contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad. La fuerza de la costumbre de millones y decenas de millones de personas es la fuerza más terrible. Sin un partido férreo, templado en la lucha, sin un partido que goce de la confianza de todas las personas honestas de la clase de que se trata, sin un partido capaz de observar el estado de ánimo de las masas e influir sobre él, es imposible llevar a cabo con éxito esta lucha. Es mil veces más fácil vencer a la gran burguesía centralizada que ‘vencer’ a los millones y millones de pequeños propietarios; éstos, con su actividad corruptora, cotidiana, prosaica, invisible, imperceptible, producen los mismos resultados que necesita la burguesía y que restauran a la burguesía. Quien debilita en lo mas mínimo la disciplina férrea del partido del proletariado (en especial durante su dictadura), ayuda de hecho a la burguesía contra el proletariado.” (Ibídem).

“Entre los ingenieros soviéticos, entre los maestros soviéticos, y entre los obreros privilegiados, es decir, los más calificados y colocados en las mejores condiciones, en las fábricas soviéticas, observamos un constante renacimiento de absolutamente todos los rasgos negativos propios del parlamentarismo burgués, y sólo mediante una lucha repetida, incansable, prolongada y tenaz basada en la organización y la disciplina proletarias estamos venciendo –poco a poco- este mal.” (“La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”).

“La revolución que hemos iniciado, que hemos estado realizando durante dos años y que estamos firmemente resueltos a llevar hasta el fin (aplausos), es posible y factible solo a condición de que logremos traspasar el Poder a la nueva clase, a condición de que la burguesía, los esclavistas capitalistas, los intelectuales burgueses, los representantes de todos los poseedores, de todos los propietarios, sean reemplazados de abajo arriba por la nueva clase en todas las esferas del gobierno, en toda la causa de la construcción estatal, en toda la dirección de la nueva vida.” (“Informe en el II Congreso de Sindicatos de Toda Rusia”).

¡ELECCIONES, NO!
¡GUERRA POPULAR, SI!

Comité Central
Partido Comunista del Perú